“Lo
and behold” es el nombre de uno de los últimos documentales
de Werner Herzog (2016) y está dedicado como lo sugiere el subtítulo que lleva:
Reveries of the conected world, a la
internet, o más puntualmente, y eso es lo que busca demostrar este comentario, a
la posibilidad distópica de una
irrupción que emancipe a la web de nuestra voluntad, es decir a la emergencia
de un tipo de IA autónoma, pero colectiva y rizomática, dentro suyo, que ponga
en riesgo las seguridades y/o comodidades producidas hasta ahora por la
naciente sociedad ciber-tecnológica capitalista; y de las que su última generación
es fuertemente dependiente.
Todos los capítulos en
los que está divido el documental (Diez) giran en torno a esa ancestral
inquietud, la de la posibilidad de que ciertas creaciones escapasen al control
humano para tomar partido contra él, así el preludio histórico sobre la web
durante los cinco primeros capítulos prepara al espectador para la pregunta
acerca de ésta posibilidad: la del ensueño emergente en la red, su autonomía de
lo humano.
Ahora una pequeña
digresión, unos grabados en ceramios mochicas describen un antiguo mito que dice que en la
antigüedad del mundo podían darse días en los que cubriéndose la tierra de
absoluta oscuridad, los objetos o utensilios que estaban a nuestro servicio de
pronto se tornaban en nuestra contra, en un tipo de, como dicen los
antropólogos, “rebelión de los utensilios”.
Y es quizás la
preocupación de Herzog en “Lo and Behold” una de las imaginaciones más antiguas
que han acompañado al hombre y su relación con las herramientas y/o utensilios
sea: ¿Sera posible que lleguen a escapar de nuestro control? ¿Qué puedan
pensarse a sí mismos y por ende deseen también su libertad? ¿Puede soñarse la
web en consecuencia? Cuestiones éstas que pasan por la necesaria reflexión de
la dimensión ontológica en la que está inscrita nuestra relación con la
técnica.
Ésta pregunta, en el tono
que resuena en Herzog, es solo posible cuando partimos de la comprobación y el
hecho de que en nuestro tiempo las
relaciones con los objetos tecnológicos son relaciones de control, de
uso, y no como sostendrían adelantados teóricos como George Simondon,
relaciones de ensamblaje, de acoplamiento, en las que la existencia de las
entidades depende de una conectividad compartida, donde humano y herramienta se
integran y se diferencian[1].
Aun así, la pregunta inexcusablemente
valida e impecablemente planteada por Herzog puede también llevarnos por otros
caminos:
Hay tal vez algo positivo
en aceptar el inevitable escape de la red a nuestro control y he ahí quizás
también su positividad: la de un encaramiento cada vez más consciente de su
crecimiento y/o ramificación, que deviene conforme se suman usuarios, más y más
impredecible.
Es quizás, sostendrán
algunos especialistas y/o entendidos (como el caso del entrevistado en el
penúltimo capítulo), imposible lograr un control total de la web, ni siquiera
cercano a la totalidad, de esas múltiples conexiones y emergencias que a diario
se dan en ella.
Los movimientos
activistas en el ciberespacio son ejemplo claro de cómo el control de las
emergencias en la web es solo una pesadilla distópica. La mirada de Herzog a
pesar del atisbo de ese temor ancestral, sigue siendo indagadora e inocente y
no solo por sus puestas orquestadas de cámara y sonido como es palpable en el
film.
Coincidiendo así Herzog con
Hito Steyerl sin saberlo, interesantísima filósofa por cierto, a quien
subrepticiamente queríamos invitar aquí, en la urgencia temporal de quien afirma esta vez no inconscientemente, un tipo
de cine que no solo actualiza la imagen hiper-real, sino más bien la imagen de
baja calidad, la imagen basura, a la que Hito defiende por su papel político.[2]
Es evidente que el cine
no ha dejado para algunos directores, a pesar de su creciente mercantilización,
de ser una herramienta y un arte para pensar la existencia, nuestro devenir en
el tiempo, ya sea en la era ciberspacial que aborda Herzog o sobre cualquier otra
experiencia, muy a su estilo, allá lejos, en alguno de los confines inhóspitos
o poco explorados de la tierra.
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