1. A MANERA DE PRESENTACIÓN
El presente
texto aborda la necesidad de repensar la filosofía política desde una
perspectiva ontológica no-occidental, específicamente la ontología andina, algo
que desde nuestro punto de vista se constituye como una urgencia de la época.
Este ensayo destaca la importancia de superar
las limitaciones del pensamiento occidental en la comprensión de la realidad y
propone una teoría de las multiplicidades, inspirada en Gilles Deleuze y E.
Manga Quispe, para concebir una ontología andina que hace equivalente y
complementario lo ontológico y lo político.
La
propuesta filosófico-política del trabajo que se desarrolla a continuación,
comienza señalando la importancia de resistir a la apropiación del capitalismo
tardío y su ideología dominante, el liberalismo, que ha sometido todo lo humano
a sus coordenadas de movimiento esquizoide.
En este
sentido, se plantea, desde un cierto compromiso filosófico, la necesidad de
resistir a la clausura de la política misma y se destacar la importancia de la
ontología, de su papel, en la generación de la expresividad política y el
diferendo.
La
ontología, entendida como la teoría del ser, tiene una importancia fundamental
en la comprensión de la realidad y, en consecuencia, aunque a veces sea difícil
de dilucidar en la generación de la expresividad política.
Después
de estas necesarias disquisiciones, en su desarrollo, en su segunda parte, el
presente ensayo continúa referenciando la diversidad étnica y cultural del
Perú, en particular la de los andes peruanos, en la que se circunscribe sobre
el concepto casi trascendental de pacha, el que define el espacio-tiempo andino
como imbricación de dimensiones, novedad ontológico-política desde la que se
desarrolla esta segunda parte aplicativa y de validación epistémica.
De ese
modo es posible al final, además de señalar su potente multiplicidad expresiva, destacar
ejemplos como la danza ritual del taki onkoy ó la literatura de Arguedas y la
de Gamaliel Churata.
Es en el decir, de autores ya clásicos como
Aníbal Quijano o más actuales y disimiles en presupuestos teóricos como Paul
Drinnot, que, los procesos de inclusión propuestos por los implementaciones
políticas en el siglo XX han constituido
no más ni menos, que un proyecto de
aculturación del otro.
Es en este contexto que el presente ensayo destaca la importancia de superar el etnocentrismo para lograr un
acercamiento horizontal entre las diferencias ontológicas y así evitar la violencia que
impide la auto-representación y reivindicación de los pueblos indígenas en el
entramado geo-político que llamamos Perú. Contexto en el que se hace urgente
por eso, desde esa propia singularidad teórica, repensar la ontología andina.
Una,
entre otras razones que esta pesquisa toma, para buscar y proponer esta una
nueva definición de la ontología andina. Basada claro, en el concepto de pacha,
específicamente en la interpretación de Eusebio Manga Quispe, que un poco para
resumirla, es la que siguiente:
«Pacha es un término quechua que
hace referencia a la concepción del tiempo y el espacio en la cultura andina,
entendido como una totalidad indivisible e interdependiente».
Este serie el primer índice para comprender la presente propuesta teórica. En ese sentido, la ontología andina ha de entenderse como una ontología de la interdependencia, que reconoce la interconexión y reciprocidad entre todos los seres y entidades del mundo. Esta reflexión destaca también, en el proceso de su apuesta interpretativa, conforme al discurrir anterior, el rol de la teoría de Gilles Deleuze, herramienta teórica imprescindible para generar mi nueva definición de la ontología andina.
La
teoría de las multiplicidades de Deleuze propone una ontología que entiende la
realidad como una multiplicidad de relaciones entre entidades heterogéneas,
motivo por el que las consecuencias interpretativas y prácticas de su
geo-filosofía, extraídas también por autores como Manuel De Landa, Viveiros de Castro o
Mark Bonta, hacen además hincapié en la importancia del espacio y la
territorialidad (en
sentidos que van más allá de la simple definición espacial) en la construcción de la
realidad.
Tales
herramientas teóricas podrán, con fortuna, ser utilizadas para concebir una
ontología andina que permita una perspectivización o relativización de otros
modos ontológicos hegemónicos, como son el capitalismo o el desarrollismo, que
en la perspectiva de la presente investigación, han constituido siempre un límite, a su
expresividad y efectuación.
Ha de inferirse además de lo dicho, como el mismo texto lo sugiere en su conclusión(Que aqui les iremos proporcionando por entregas ), la importancia de redefinir el papel de la filosofía en la actualidad, no solo como una disciplina reflexiva y teórica, sino como una herramienta para la transformación social y política.
2. EL PLANO DE INMANENCIA
En el Perú contemporáneo conviven diversas maneras de
entender la vida, cosmovisiones, lenguas, prácticas económicas y expresiones
culturales varias.
Esta convivencia un tanto superpuesta, aglomerada, está
plagada además desde ya tiempos coloniales de diversos conflictos, los que se
reproducen aun hoy en la actualidad con singulares características
acontecimentales é históricas.
Desde los presupuestos del presente abordaje, que
explicitaremos en el desarrollo, las perspectivas ontológicas son inmanentes a
la mirada modernizadora de las políticas estatales como también a las visiones
de mundo que muchos de los pueblos conocidos como indígenas en el Perú oponen a
lo que consideran una violencia asimilacionista, promovida desde el estado
moderno y las instituciones de mercado a las que él es sumiso.
Ahora, consideramos que la constitución de estos
conflictos y/o diferencias de mundo, asunto que nos remite inevitablemente a la
política, son más que el objeto, un problema que se fundamenta en la
metafísica, puntualmente en su forma conocida como ontología.
Problema que quizás por no ser considerado dentro del
régimen de sentido de la mayoría de discusiones en la investigación social y
económica, muy pocas veces es convocado también en los debates políticos
contemporáneos generados por estas disciplinas.
Lo que no significa
que un tipo de reflexión ontología sobre esto sea innecesaria, todo lo
contrario, tal es así que en los últimos años han aparecido en y fuera del
Perú, diversos trabajos que han replanteado la cuestión en términos de una
ontología-política, la que busca en
primer lugar aclarar los puntos de partida y los presupuestos de sentido
constituyentes de las experiencias de mundo entendidas peyorativamente como
no-modernas.
Es en ese sentido que la antropóloga peruana Marisol de
la Cadena modificando una tesis de
Jacques Ranciere sostiene que lo que caracteriza los desencuentros entre
el estado moderno y los por él llamados indígenas, se juega en una dimensión
ontológico-política, donde se reparte lo sensible propio a cada diferencia
colectiva y se establece lo que es real y posible en cada experiencia.
De la Cadena subraya además con ésta tesis la dimensión histórica característica a lo
occidental-moderno, en la cual se hace efectivo su poder ontológico, es decir
el poder de establecer lo que es real y posible, efectivo mediante la comunicación escrita en
la narración histórica.
Huella o marca que
en el formato rígido de los textos históricos y las leyes, define lo que
tiene un sentido o no, estableciendo en consecuencia un límite excluyente de
todo aquello que no coincide con su propia manera de repartir lo sensible, por
lo que propone un pensar no-histórico de lo andino, apuesta sobre la que
reflexionaremos más adelante.
Sostiene además que es la división entre naturaleza y
cultura la que define en gran medida el modo especifico de esta controversia,
en la que radica quizás la causa más profunda del equivoco mutuo. A grandes
rasgos la misma controversia también se
puede esquematizar como la diferencia ontología entre una visión trascendente
(moderna) y la inmanente (amerindia), las dos como constructoras de estos
límites que definen el uso cultural de la primera persona del plural, el
“nosotros”; y que agregan ó excluyen lo que es digno de llamarse humano,
civilizado o no.
Aquí es donde juega un papel fundamental para nuestro
acercamiento la noción de pacha, que refiere como señalan varios especialistas,
una experiencia en la que tiempo y espacio se dan imbricados en un mismo
acontecimiento (Manga Quispe), lo que podría entenderse como una modalidad de
inmanentismo andino, donde además se concibe este venir a darse de pacha como
el acontecer de un cosmos continuo (Zenon Depaz), en el que todas las entidades
formadas en él, todas las ontogénesis diríamos, están relacionadas entre sí de un
modo no jerárquico a priori, sino (y esa es otra particularidad amerindia) de
un modo social, que como diría también el antropólogo Eduardo Viveiros de
Castro, es constitutivo de una socialidad-cósmica.
Partiendo de algunas reflexiones actuales en torno a este
concepto espacio-temporal, un tanto hegemónicas, y con las que disentimos en
parte (la mayoria influenciadas fuertemente por el estructuralismo), se ha
querido extraer lo que se considera sus políticas consecuentes, las que a mi
entender reducen y soslayan el papel de la expresividad ontogenesica andina,
reduciendo también así su actuar dentro de los rígidos límites lingüísticos del
símbolo y el mito.
Desde la postura de esta investigación la historia de toda cultura supone un
ejercicio de trazado, de huella y expresividad, de metafísica, efectuada a cabo
por cada pueblo o cultura y no implica
exclusivamente los medios que la cosmovisión occidental ha utilizado hasta su
forma actual para buscar constituirla universalmente, referencia a esto es también
el estudio de Mazzi respecto a los sistemas comunicativos.
Y es que hay también un tipo de escritura de la historia
(y en esto nos distanciamos de Marisol de la Cadena acercándonos a Cornejo
Polar) que como trazado de la identidad colectiva supone una producción abierta
y menos rígida que el de la sempiterna sujeción al símbolo, la escritura y su
logos.
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