HINOSTROZA Y VASARELY, ESPACIOS DE CONVERGENCIA PARA UNA POÉTICA DE LA PURIFICACIÓN/Moisés Jiménez

Queremos ensayar las convergencias de dos discursos materialmente diferentes. Jugar un poco en lo que subyace al proyecto, a la idea inserta a dos poéticas solo en acto alejadas. Usamos como excusa un paratexto, una misma época- lugar y una búsqueda en apariencia similar. El paratexto es Hommage a Vasarely poema del libro Contranatura del poeta Rodolfo Hinostroza, la época se inscribe al final de los años 60 e inicio de los 70, el lugar es París o el convulso espacio del estructuralismo y la experimentación; la búsqueda es la final excusa, la menos arbitraria, que habremos de desarrollar.

La primer cuestión que nos concierne son los límites de la palabra poética. De la definición existe un consenso: del griego poiein significa hacer o construir, del sufijo griego tica, técnica o ciencia de la técnica; es decir un conjunto de saberes sobre el hacer, y en nuestro caso, el hacer artístico. En cuanto los límites decir que se construirá un conjunto de saberes a partir de algunos textos de Víctor Vasarely (Manifiesto amarillo) y un cuadro de este, además del poema referido de Hinostroza. No haremos más que organizar las similitudes de ambas poéticas, iremos deduciendo las poéticas de cada uno en la medida que encontremos sus puntos de convergencia.

Pido disculpas para hablar de la pintura decía Paul Valéry, lo mismo hubiera dicho de la poesía. Podemos justificar nuestra imprudencia diciendo que hablaremos sobre la idea problemática que creemos, anima los signos, los colores, el hecho creativo. Obviamente hay un ámbito irreductible, que escapa a nuestra reflexión e incluso al proyecto de los propios artistas. La palabra Pureza será solo la excusa nominativa- la idea animante- para dilatar el problema. De más está decir I know of no substitute whatever for the force and beauty of its process con palabras de Henry James.  

 

1.    CONTRAPUNTO -ESPACIO

Recordemos algunos versos del famoso soneto VIII de Shakespeare Mark how one string, sweet husband to another, Strikes each in each by mutual ordering… Nace la música de un encuentro, del maridaje súbito de dos elementos. Nace un flujo en repetido encuentro y en difusión continua. Lo esencial aquí es la necesidad de dos para el nacimiento de uno. El punto solo móvil en el otro punto, nota contra nota, blanco contra negro, dentro contra fuera. Tomamos tal concepto porque creemos que la idea básica del contrapunto se identifica con la idea subyacente a los discursos a analizar. Extrapolemos de la música la técnica para concordar y discordar dos voces, que diferirá según el material con que está hecha la obra artística. El ritmo de la frase para la poesía y el ritmo del color y la forma para la pintura.

El pintor y escultor Víctor Vasarely expuso en 1955 una muestra de pinturas fundamentales para la consolidación del arte óptico. La muestra se llamó significativamente Le mouvement, el catálogo de esta contenía un texto clave para comprender su reflexión en torno al arte: "Notas para un manifiesto" o el manifiesto amarillo.

Del manifiesto pensemos primero en el lienzo, el espacio de la pintura donde aún nada ocurre, donde la posibilidad duerme su deseo de forma. La visión del artista ya no encuentra un motivo, el espacio no es ya la imitación de un mundo exterior, es el cambio a una vista interior, a una geometrización del mundo desde las líneas que nos son propias. Vasarely habla con Kandinsky, con Cézanne, con Mondrian y sus contemporáneos cuando nos dice la necesidad de recrear nuevos alfabetos plásticos, de suprimir el volumen por el espacio. El pinto proclama la integración de la escultura y la conquista de dimensiones superiores en el plano (1955).

No diferente es el reclamo de Mallarme a quien Hinostroza dedica muchas reflexiones "si no había un silencio que envolviera todo, la palabra no se destacaba sobre nada, la poesía es la palabra implantada sobre el silencio y dependiente de este" (1983) Principiar desde el silencio de la página blanca es entregarse a novísimas posibilidades no previstas en la tradición de la poesía occidental. Este es de algún modo el afán de las vanguardias y, sobre todo, el fundamento de una experiencia puramente escritural, más allá del habla, aquella que contempla el lenguaje matemático, la diafanidad de una nueva sintaxis aquel vientre en que estuviste en perfecto silencio.

Ahora bien ¿en qué consisten esas nuevas dimensiones planteadas por Vasarely? Primeramente hay que entender la supeditación de la visión tridimensional sobre la visión bidimensional de la pintura clásica. Este ha sido el espacio propio de la pintura,  un plano ausente de profundidad, que como sabemos puede ser suplido por la perspectiva. Esta reflexión llevará a Vasarely a encontrar el espacio de la pintura entre lo tridimensional y bidimensional, no plantea in sensu una nueva forma de perspectiva sino la suspensión ilusoria de lo tridimensional, como un espacio donde la forma no llega a la solidez o a un lugar fijo en la proyección geométrica del cuadro. Este espacio intermedio es el que permite el movimiento del cuadro según el punto de vista del espectador. Para representarnos esta idea de una forma básica, pues hay cuadros más radicales, veamos Taymir II, 1956

La reflexión planteada nos lleva al inicio de la segunda parte del poema de Hinostroza:

En Nimphenburg una tarde de lluvia

                                                         horizontes de estatuas

la simetría es muerte

                        la simetría/en la naturaleza/es muerte

árboles geométricos

Según la RAE podemos definir como simetría a la "correspondencia exacta en forma y posición de las partes de un todo" Quien haya visto una fotografía del palacio de Nimphenburg podrá comprobar la armonía de las alas que acompañan el palacio principal, los jardines y estatuas que parecen extenderse hasta el límite del horizonte. Tal vez la mejor representación sea el cuadro del Canaletto, aquí podemos apreciar mejor la simetría de la perspectiva, la armonía de las partes y la fijeza de tal armonía. Porque la armonía representa un fin, un producto o una obra.

Y no la insistencia de un hacer que para seguir haciendo tiene que aniquilar lo ya hecho, líneas abajo en el poema, vemos cómo la lluvia, inadvertida al principio, forma la posibilidad de nuevas perspectivas, vence a lo inmóvil reabriendo lo posible. En el poema, la lluvia, lo húmedo y lo permeable tienen la misma función que el espacio suspenso en Vasarely, infunden movimiento al plano quieto y así recrean el nuevo plano de la ambigüedad. En este sentido podemos mirar la feliz coincidencia entre Taymir II y los versos subsiguientes:

Cabras que pastan en el monte de Galahad

                                                   cervatillos que nos miran

                                                                sin miedo

                                                                  


ojos de lluvia

Recordamos la referencia al cantar de los cantares, recordamos la cabellera como las cabras paciendo, y también una extraña belleza donde todo recuerdo se anula para surgir esplendorosa en la imagen.


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