CAPITULO
1.-
LA
VERDAD Y LO PÚBLICO EN LA PAIDEIA
Es posible, pues, preguntarse si la
verdad en tanto que categoría mental, no es solidaria de la vida material y de
la vida social.
Marcel Detienne.
Uno no puede dejar
de imaginar, un poco idealistamente, ya sea por la influencia de estudios clásicos
como los de Marcel Detienne o Edward Doods, las ciudades Griegas de la
antigüedad (las de Corax, Platón, Trasimaco o Aristóteles) acogiendo
constantemente gentes y discusiones en sus edificios públicos, plazas y
mercados, donde lo que se ponía en juego sobre aquellos ruedos, algo ya quizás
menos imaginable, aunque poco discutible, era la posibilidad misma del “nosotros”[1] de la polis griega, en esa
su efectuación pública de la política. Y que como veremos más adelante,
constituía la apuesta por aquello que el imaginario de la paideia antigua entendía como su virtud más propia, inextricablemente
ligada a la discusión y argumentación como a sus diversas lógicas y técnicas consecuentes.
No por nada decía Aristóteles
que: “más vergonzoso que no poder defenderse a sí mismo con el cuerpo es no
poder hacerlo con lo más propio del ser humano, la palabra, que es la utilidad
esencial de la retórica” (ARISTÓTELES, 1999).
Así los orígenes históricos y metafísicos del
sentido de lo político o aún mejor decir, de aquello que concierne al devenir y
la creación de la forma constitutiva de su primordial sujeto: el “nosotros”,
deben remitirse por lo que argumentaremos en adelante al cultivo y al ejercicio
ciudadano implícito en determinados modos de auto-creación de las “polis; como son,
la retórica, la dialéctica, la sofistica o también la oratoria romana, así como
al uso de sus diversas lógicas argumentativas y sus particulares herramientas,
lo que nos interesa en su relación con el sentido de lo justo, la practica
jurisprudencial y el derecho, de un modo aún más específico.
Fundamentalmente éstas lógicas y esencialmente
la retórica, apuntaban a la constitución de una verdad propia, distinta de la
objetividad científica y su régimen de sentido, construyendo argumentos que
acercaban sus perspectivas como más coherentes y admisibles a la discusión
racional en el ámbito de lo público, por ende, capaces de ponerse como reservas
de sentido instituyentes de una realidad que les es propia, ética-política y
jurídica; y que aun así no dejando de tener también alcances ontológicos,
asunto al que retornaremos en la conclusión. Verdad ésta, que siguiendo a autores
como Corax o Aristoteles, y a más cercanos, como Roland Barthes o Jules Gritti,
llamaremos en consecuencia: “lo verosímil”.
En
el mundo antiguo y su especial modo de existencia, esa forma del nosotros de la
polis griega, como creación de la verosimilitud
política, estaba a su vez abocada a la realización de la virtud heroica que esas
especificas circunstancias temporales exigían (Véase el Libro. IV de La
Política de Aristóteles) y a su resolución mediante la invención de verdades consecuentes
(aunque a un cierto niv
Aunque no hay que
olvidar por otra parte, que en gran medida contribuyó a su olvido y a una
histórica desacreditación de sus métodos argumentativos, asunto axial a la
reflexión de este capítulo, la guerra
contra la escuela sofistica de pensamiento
y la praxis retórica, iniciada por Platón en la antigüedad y
continuada por Hegel en la modernidad y sus diversos herederos hasta nuestros
días (hecho que nos motiva a llevar a cabo la presente empresa reinvidicativa
de su papel, en la ya no tan corta vida
del occidente y sus prácticas
de producción de la
“verosimilitud” social y jurídica).
Tales
circunstancias actuaron a manera de un “determinante impedimento para el
adecuado desarrollo de la lógica de relaciones y las proposiciones de
generalidad múltiple, pues a diferencia de la axiomática platónica ésta
describía mediante un lenguaje relacional los
acontecimientos en el
dominio de la política
y las costumbres” (SOLANA DUESO, 1996), complejidad
que suponía además, el tratamiento casuístico del acontecimiento a develar.
Ahora, es
seguramente la retórica, aun antes de ser sistemáticamente descrita por
Aristóteles entre los griegos y por Quintiliano del lado romano, la principal
teckne a la que se puede referir el nacimiento de la política y las diversas
prácticas ciudadanas en el mundo occidental antiguo que han pervivido hasta el
presente, como es en el caso del análisis jurisprudencial y la casuística
moderna del derecho.
Bajo ésta
concepción, que no era solo lingüística, el
individuo era tomado como ser social, parte de la polis. Y como
ciudadano destinado a ejercitar su libertad en el ágora o en los tribunales era
el centro de la reflexión, por lo que debía entenderse entonces su puesta en la
escena pública como la aplicación práctica de un tipo de filosofía de la
cultura (JAEGER, 2001), que supuso entre otras cosas, la educación de la
juventud mediante el comentario de los
principales poetas y
el impartimiento de una
sólida formación ciudadana, es decir, valga la redundancia, una
formación retórica para la vida pública.
Y fue así por eso
que gracias a la retórica, y al papel
determinante que cumplía en la paideia, -aun en el momento de transición que
supuso la época platónica de desacreditación- que muchos de sus
discursos orales fueron
considerados dignos de
preservarse y convertidos en
literatura destinada a la formación de varias generaciones de ciudadanos libres
en adelante y que han perdurado, aunque debilitados en su papel, hasta nuestros
días.
De ahí datan el
encomio de Helena, la defensa de
Palamedes o los fragmentos de epitafio, por citar algunos
celebres casos. Tiempo también, fundacional y heroico, en el que Isocrates el
discípulo de Gorgias
de Leontinos desarrollo su
teoría de la
prosa artística y de donde
surgió el arte prosístico cultivado independientemente
de la poesía, época además en la que
vivieron Trasímaco de Calcedonia, Dionisio de Halicamaso y Protagoras de
Abdera.
Hemos querido hasta
aquí destacar la relevancia de la retórica en la vida política entre los
antiguos griegos y su especial modo de concebir un tipo de verdad adecuado al
ámbito de lo público, que en aquel entonces suponía esencialmente dicho arte y
la aplicación de sus especiales silogismos, llamados por el mismo Aristoteles,
silogismos retóricos.
Por otra parte,
hay que destacar la importancia de lo verosímil como ese tipo especial de
verdad al que apunta la retórica como arte del vivir en común y de creación de
sentido público; y es por eso que el uso de todas las herramientas lógicas
ostentadas por la retórica, como sus silogismos propios, ya sean el entimema o
el ejemplo tienen como objetivo, establecer dentro de un ámbito determinado que
es el de lo debatible, aquellas verdades que no son verdades en sentido
absoluto, lo que a su vez y aunque parezca contradictorio es su debilidad y su
fuerza vinculante. Sobre esta noción, la de lo verosímil, tratara el siguiente
capítulo.
[1]
Esta noción,
que tomaremos de un modo novedosamente especifico, ha sido desarrollada por
Tristán García, equivoco miembro de lo que se ha venido a conocer dentro del actual
giro ontológico en filosofía como “Realismo especulativo”, en su libro “Nous” del
2016; y que para los autores que lo han comentado recientemente, constituye una
tentativa radical como original de repensar la existencia política y sus
identidades (A.Badiou, G. Harman). T. García, define ese nosotros (Nous), primera
persona del plural de carácter excepcional, a quien considera el sujeto
principal de la política, como un ensamblaje colectivo con cualidades
ectoplasmáticas, es decir, capaz de extenderse como de contraerse; desde la
constitución dual de la individualidad psíquica hasta lo que él considera el
límite superior de la política, lo cosmológico. Dentro de este círculo
imaginario que se repliega o se amplía se superponen y también emergen diversas
identificaciones a la manera de calcos (las identidades colectivas) o planos
transparentes de nuestro imaginario, sobre los que, como atinadamente nos dice,
a menudo recortamos y ensamblamos el espacio social (NOUS, 2016). Puede verse
una traducción al español (De mi propia autoría) del primer capítulo en, https://filosofiaveintiuno.blogspot.com/2020/11/traducido-del-libro-de-ttristan-garcia.html
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