ONTOLOGÍA POLÍTICA DEL CHAMANISMO (VARIACIONES DELEUZIANAS) Por: ALKO HAMUTAQ

 

El zorro de arriba: Confundes un poco las cosas.                                            

El zorro de abajo: Así es. La palabra, pues, tiene que des- menuzar el mundo. El canto de los patos negros que nadan en los lagos de altura, helados, donde se empoza la nieve derretida, ese canto repercute en los abismos de roca, se hunde en ellos; se arrastra en las punas, hace bailar a las flores de las yerbas duras que se esconden bajo el ichu, ¿no es cierto?”. (José María Arguedas).

 

Intentaré aquí explicar porque la política no se efectúa sino en una relación radical de fidelidad con el acontecimiento, lo que paradójicamente significa la ausencia de modelo antecedente y de compromiso como sostiene Deleuze. Esto quiere decir, que la actualización de una potencialidad revolucionaria o efectuación de lo Político, se explica menos por el estado de causalidad pre-consciente en el cual está atrapada, que, por la efectividad de un corte libidinal en un momento preciso, corte esquizo, del que la única causa es el deseo, es decir, la ruptura de causalidad que fuerza a reescribir la historia en lo real mismo, produciendo a la vez un momento extrañamente polívoco en el que todo es posible. He ahí donde se abre lo nuevo, donde deviene la política.

Por el contrario de lo que se piensa, realizar un proyecto no trae ninguna novedad al mundo, puesto que no hay diferencia conceptual entre lo posible como proyecto y su realización. Los que pretenden transformar lo real a imagen de algo que primero han concebido (Cualquier trascendental o arquetipo originario) desestiman la transformación misma.

La política que queremos efectuar (la del involuntarismo) sólo puede entenderse si reparamos primero, en la filosofía del acontecimiento desplegada a lo largo de la obra de Deleuze, en donde la producción del sujeto es parte de una relación de exterioridad radical y/o efecto de un juego de fuerzas, lo que nos remite a su vez a la lectura que éste hace de la teoría del modo finito en Spinoza, que propone una teoría modal del individuo como composición de partes intensivas: un “cuerpo no se define por su unidad final ni por su forma o sus órganos, sino por la relación concreta y variable que él instituye entre sus materiales constituyentes, y esto es válido para todos los individuos corporales, orgánicos y culturales”. El método se explica en consecuencia, “la cartografía geográfica de los modos remplaza entonces, a la génesis histórica de los individuos”[1].

Esta concepción de lo “político” asume su radical exterioridad, en el modo de producirse el mundo, que hace de la apuesta (Ético-política) un acto involuntario, donde no queda más que la actualización forzosa y constante de una circunstancia que me trasciende y que me deja entonces sin el abrigo de cualquier justificación trascendente. La subjetividad aquí no sería más que un efecto de superficie forzado a una actualización permanente. Como en “La Comunidad inoperante (2000)” en J. L. Nancy, que no llega sino averiándose, mal-funcionando, donde es más el modo del vínculo entre el hombre y el mundo lo que importa. 

Si nos está permitido hablar de una utopía política deleuziana, sería la de la emergencia de una conciencia universal minoritaria en esta relación inoperante con un afuera interior, de multiplicación de los modos, donde el acontecimiento es el potencial revolucionario mismo:

 “Uno no se funda sobre una imagen pre-concebida del pensamiento sin privar, en ese mismo momento, al pensamiento de su necesidad, condenándolo a moverse indefinidamente en una insuperable posibilidad. Preformar lo trascendental, abatirlo sobre una forma originaria, volver a desarrollar las condiciones de una experiencia posible, y no real. Calcar lo trascendental sobre lo empírico, concebirlo a imagen de lo actual y de la representación, evacua de entrada lo nuevo o el acontecimiento del campo del pensamiento: de entrada, se sabe que nada sucederá en el pensamiento, sólo una seudo experiencia de la que poseemos la forma, y que no pone en cuestión la imagen que el pensamiento tenia de sí mismo.  Todo lo que pensamos confirma que tenemos la posibilidad de pensar, sin testimoniar, sin embargo, un acto efectivo de pensar. Una experiencia real implica al contrario la afirmación  de una relación radical con eso que todavía no se piensa (…) No es distinto  en política, donde el pueblo está en situación de no existir nunca todavía: en los dos casos se trata de afirmar una relación de exterioridad  o de encuentro entre el pensamiento y lo que piensa, entre el pueblo y el mismo”[2].

Lo que esencialmente está en juego aquí es la posibilidad de un sujeto político y de la política misma hoy, nociones que veo imposible tratar por separado[3]. Estos puntos, marcan el contexto del que quiero partir para desarrollar el presente trabajo.



Intentaré entonces para profundizar en el problema, siguiendo la obra de Deleuze y la lectura que sobre el aspecto político de la misma hace Francois Zourabichvili, de definir  lo que entiendo por efectuación de lo político, para enganchar esta idea con las búsquedas del último Foucault, en donde la apuesta, pasaba primero por una cuidadosa mirada sobre los procesos de subjetivación en el mundo antiguo y las distintas actualizaciones  del precepto  de “cuidado de si” entre griegos, romanos y el catolicismo monástico (Lo que hace referencia a un aspecto, el “relacional”, que quisiera destacar acerca de este encuentro Deleuzo-foucaultiano).

Apostaré a sumar, usando la figura del chamán, a la creación(infinita) de un sujeto político, que como señala Frederic Gros[4], podría en las búsquedas de Foucault haber naufragado en costas escépticas; aunque este no desarrolló explícitamente en sus últimos cursos  nada sobre esta importante escuela filosófica de la antigüedad -lo que pone en condición de fragilidad extrema cualquier interpretación- dejó algunos signos que podrían ayudarnos a emprender por nuestra cuenta el viaje a esas tierras desconocidas.

LA CREACIÓN POLÍTICA (FOUCAULT SPINOZISTA)

En este punto, me gustaría trazar una línea que podríamos llamar Spinozista, para ello seguiré algunos comentarios del filósofo brasilero Claudio Ulpiano sobre la articulación Spinoza-Foucault[5], que permiten en cierta manera, explicar el giro Foucaultiano hacia la práctica de producción de la subjetividad en el mundo antiguo. Como señala C.Ulpiano, lo que buscaba Foucault al dar este giro, era entender como el sujeto emerge  en un campo de relaciones de fuerzas (donde la originalidad de los procesos de producción de la subjetividad entre los antiguos tiene un interés central), algo también presente en Spinoza.

Es ahí donde se explica también la familiaridad Foucault-Spinoza-Deleuze[6], en el interés sobre los modos de producción de vida.  Puede verse que no se trata de un acercamiento que busca oponer la época de opresión cristiana a la más libertaria de la antigüedad o de entender  solamente el surgimiento de los campos de verdad, sino que este se da en los procesos  de subjetivación considerados en y por si mismos, los que no pueden sino pensarse en la constante interacción entre campos no claramente delimitables.

En un punto Foucault llegará a desembocar en lo que él entendió  entre los antiguos como una ética de la inmanencia, la vigilancia y la distancia[7], hecho que le permitió    plantearse la cuestión, -interés que repara esencialmente en la diferencia de los modos de efectuación- sobre  a partir de que tekhnai se formó el sujeto occidental y se iniciaron los juegos de verdad y error, libertad y coacción que lo caracterizan. Sin duda un replanteamiento radical.

Para Foucault y he aquí más de su familiaridad con Spinoza y Deleuze, las nuevas luchas pasaban por liberar al individuo del estado y el tipo de individuación que se asocia a él, antes que liberarlo de sus instituciones. Lo que implicaba que la apuesta girara en torno a la urgencia de crear nuevas y distintas formas de subjetividad, tomadas en la dimensión relacional que había descrito con referencia a los antiguos. Surge aquí el problema que da paso a la idea que quisiera enlazar para completar esta intuición, pues como ya lo he mencionado, Foucault afirmaría su decepción sobre estas formas al estar todavía atrapadas en el juego autoritario, pero dejando entrever de modo silencioso  una mayor aproximación hacia el pensamiento escéptico, que aunque nunca trato en sus cursos de modo explícito, refirió indirectamente calificándose a sí mismo como un pensador escéptico[8].

Es cierto que no queda claro lo que el escepticismo Foucaultiano haya podido significar y que el acercamiento aquí se muestra un poco forzado, pero no es mi intención hacer una crítica de este punto tan oscuro sino trazar desde ahí una línea que pueda aportar a la creación de un sujeto político que las circunstancias que he mencionado hacen parecer urgente.

Si bien puede decirse que en los escépticos encontramos también los ejercicios y la reflexión propios de la práctica del cuidado de sí, hay que notar que a diferencia de Platón, los estoicos y el cristianismo monástico, ellos están consagrados a una aparente práctica de de-subjetivación, lo que hace ver un pequeño índice de aquella especulación sobre su adhesión escéptica. Pero de otro lado, se mantiene sumamente ambiguo el estado en el que queda el sujeto, pues da la impresión de que una subjetividad dura termina siendo recuperada al oponer todas las representaciones, aunque falsas, a una conciencia última que se mantiene incólume.

DEVENIR ANIMAL

Aquí me gustaría traer a escena a un personaje familiar, dedicado a una empresa con el mismo objetivo, la desubjetivación, pero que pienso asume de forma más radical la tarea que también el escéptico se propone, una apuesta política: el chamán[9] amerindio.

Habría que empezar hablando sobre la forma en que un chamán se hace tal: El chamanismo toma su valor de la brutal exigencia que hace al sujeto, del sacrificio, de la propia muerte que implica, siendo una experiencia de soledad extrema. El sentido de la curación consiste en recordar que ni el cielo ni el infierno son para nosotros. Habitamos su conexión, la franja desde donde ambos son posibles[10].



La posibilidad de esta ruptura tiene a su vez como presupuesto ontológico el perspectivismo propio de los amerindios, una reivindicación de la carne que puede decir a la manera que señalábamos en Deleuze (En el sentido relacional en el que también incluíamos a Foucault), que “no hay puntos  de vista sobre las cosas, que son las cosas y los seres los que son puntos de vista”.

“El cuerpo y el alma no pertenecen a sustantivos independientes o provincias ontológicas claras, pertenecen antes que nada a las perspectivas fenomenológicas consecuencia de la actualización múltiple de lo virtual, pues, no hay formas (preexistentes), sino relaciones cinemáticas entre elementos no formados,  no hay sujetos sino individualizaciones dinámicas sin sujeto.[11] 

Asunto de gran complejidad, en estrecha relación con las metamorfosis del chamán, pues si entre los amerindios el cuerpo debe ser pensado a la luz de un perspectivismo somático y es sólo el chamán quien es capaz de transitar entre las perspectivas, esto plantea entonces otra serie de problemas respecto a la producción del individuo, al parentesco, la intoxicación y la comunicación (Problema esencial que se emparenta en la producción de la subjetividad con los de territorio y medio):“Es importante observar que esos cuerpos amerindios no son pensados bajo el modo del hecho, sino de lo hecho. De ahí, el énfasis en los métodos de fabricación continua de los cuerpos, la concepción del parentesco como proceso de asemejamiento activo de los individuos, debido al hecho de compartir los fluidos sexuales corporales y alimenticios. Y no como herencia positiva”.[12].

Hay en todo ello una/otra condición, que se pliega y hace posible la ruptura, la que al intentar ser rastreada se confunde como en una cinta de moebius, pues a la vez esta depende de lo que la ruptura misma muestra: El chamanismo es posible gracias a este perspectivismo, que no  debe ser reducido a los relativismos corrientes que tal idea podría evocar, y a la inversa el perspectivismo no podría ser sin el chamanismo que abre la comunicación con lo no humano, una forma de intercesores, de médiums de ese acontecimiento al que corresponde para nuestro caso el concepto de pacha:

“En el mundo occidental y oriental, la concepción cíclica se transformó en una unidad estática y perenne, debido al «retorno repetitivo» que anulaba el tiempo histórico. Ante este hecho, los ideólogos occidentales, para darle «dinamicidad», lo transformaron en una concepción lineal indefinida que, a modo de una flecha, seguiría una eterna dirección. Contrariamente, la concepción andina siguió utilizando como medida del tiempo los «ciclos», pero de un modo distinto que en Occidente y Oriente, pues en el mundo andino sigue presentándose como espirales (visto desde arriba) o en sucesión (visto de frente). Esta manera de concebir el tiempo histórico andino (en espirales en sucesión)  repercutió indudablemente en la forma de entender las concepciones del propio Estado, la religión, la ecología, la manera de ver la vida, la concepción de los valores y otras consecuencias que repercutieron en el entendimiento de los subsistemas organizativos referentes a asuntos sociales y políticos.”[13]

Ahora, en aras de clarificar ésta anómala noción de tiempo intentaremos tomar al intercesor por sorpresa, atraparlo en el momento en el que éste constituye un nuevo pueblo por venir, momento en el que para cualquiera prolongar determinadas situaciones en acciones no se hace para nada sencillo.

No es difícil avizorar, dado el contexto sudamericano plagado desde muy antiguo de manifestaciones religiosas abiertas a esa forma de socialización del cosmos, la aparición de nuestro personaje. Intercesor que en el hábito que es su cuerpo y su perspectiva se ejercita en ser lanzado hacia un afuera en múltiple devenir, ya sea de espíritus, de fuerzas, de flujos, es como ya lo sabían ustedes el brujo trashumante que con la noción andina de pacha deviene en nuestro paisaje, intercesor, chaman y personaje conceptual.

El mismo que en remotos tiempos gozaba de un prestigio único entre los amerindios. De los paisajes anti o selváticos hasta los chincha o costeños, con ese arte suyo que consiste en desplegar toda una ingeniería sobre lo transmundano, para seguir los flujos y las resonancias telúricas del mundo a través del yachaypacha, gran don del saber divino.   

Haría talvez falta recordar aquí que el poder de estos grandes líderes antiguos se asentaba justo en dicha capacidad, la que a su vez les permitía ejercer el papel de mediadores entre los dioses y los hombres. Singularidades estas que podían transitar entonces entre las perspectivas, deviniendo jaguar o pájaro, cruzar barreras corporales adoptando la perspectiva de subjetividades aloespecificas para mediar entre aquellas y los humanos.

¿No será por eso como sugiere Jean Pierre Chaumeill, -apoyándose en no pocos hallazgos arqueológicos- que si hay una constante religiosa entre los americanos precolombinos es ésta, la metamorfosis del chaman? Divago, ¿Algo qué pueda decirse entonces de la sombra del inka de Guaman Poma que deviene jaguar en las alturas cusqueñas del Sahuasiray? 

 

Hasta aquí poco de esto no sería siquiera pensable si no reparásemos en que la temporalidad-espacialidad de pacha supone un pliegue, un repliegue y un despliegue de esa misma sustancialidad constitutiva, entre flujos, señales, planos y fuerzas.

Se trata luego, al plantearse la cuestión ético-política, -chamánica talvez- de la materia y de su ritmo latente y de las posibilidades que tenemos de continuar en él sin descompasar el continnum universal amerindio, andino.

¿Ritmo? Y lo que pasa es que hay -si se puede decir- un compás de lo que difiere en la continuidad de la duración (como decía Mariano Iberico) Y es por ello que hace falta desplegar una geología del acontecimiento que piense ese ir y venir de su territorio movil, fluctuante, anómalo, que llamamos pacha o cosmos. Movimiento este, inscrito en un constante devenir emergente donde se mezclan lo continuo y lo heterogéneo.

Ésta diferencialidad-continua constituye la dinámica esencial de la espacialidad-temporalidad de pacha, una natura-naturans donde surge el cuerpo de los hombres, del runa andino, del animal, como acontecimiento. Y es el hecho mismo de tales surgimientos el que constituye un problema para las políticas cósmicas en cuestión.

 

 



[1]Gilles Deleuze, Différence et répétition, p 331, citado por Anne Sauvarnagues, Deleuze (Del animal al arte) , Amorrortu, Argentina, 2006, p 118.

[2] Francois Zourabichvili, Deleuze y lo posible (Sobre el involuntarismo en política), Gilles Deleuze, Una vida filosófica (Encuentro internacional Gilles Deleuze, Rio de janeiro-Sao Paulo, 1996), editado con colaboración de la sub-dirección de política del libro y las bibliotecas del Ministerio de asuntos extranjeros de Francia, Institut Sinthelabo-Paris, revista “Se cauto”, revista “Euphorion”, Colombia, 2002, pp 137-150.

[3] Hay una interesante referencia metodológica en Michel Foucault que considero necesario destacar dados los objetivos que se plantea, aunque de reducido alcance, este trabajo: “Sustituir la historia de los conocimientos por el análisis histórico de las formas de veridicción; sustituir la historia de las dominaciones por el análisis histórico de los procedimientos de la gubernamentalidad, y sustituir la teoría del sujeto o la historia de la subjetividad por el análisis histórico de la pragmá-tica de sí y las formas adoptadas por ella: ésas eran las diferentes vías de acceso mediante las cuales intenté circunscribir un poco la posibilidad de una historia de lo que podríamos llamar "experiencias". Y en una nota que no llegó a pronunciar en el mismo curso, encontramos este comentario, apropiado para responder a las objeciones/simplificaciones que se han querido oponer a esta necesaria critica:

 

A las objeciones que postulan la descalificación del nihilismo/nominalismo/historicismo, habría que tratar de responder con un análisis historicista nominalista nihilista de esa corriente. Y con ello quiero decir: no edificar en su sistematicidad universal esa forma de pensamiento y justificarla en términos de verdad o de valor moral, sino procurar saber cómo pudo constituirse y desarrollarse ese juego crítico, esa forma de pensamiento." M. Foucault, El gobierno de si y de los otros-Curso en el Collège de France (1982-1983) Clase del 5 de Enero del 83-Primera hora, FCE, Bs Aires, 2009, 17-40pp.

[4] Michel Foucault, “Le retour de la morale”, Mayo de 1984, entrevista citada por Frederic Gross en el anexo “Situación del curso” en Hermenéutica del sujeto, p 502, tomada de “Dit et ecrits”, Tomo IV, Nº 354, pp 697, 1954-1988, Gallimard, Paris, 1994.

 

[5] Claudio Ulpiano Santos Nogueira, Aula sobre Spinoza en: http://www.youtube.com/results?search_query=Aula+de+Claudio+Ulpiano+sobre+Spinoza&aq=f, Outono de 1988, Rio de Janeiro. Puede verse del mismo autor: “O pensamiento de Deleuze ou a grande aventura do espiríto”, Campinas, SP, 1998. G. Agamben hace también un interesante comentario en relación al giro que Foucault diera al final de su obra en  “The process of the subject in Michel Foucault” y “The Problem of subjetivity”, las dos conferencias dictadas en el European Graduate School en el 2009 (http://www.youtube.com/user/egsvideo?ob=0&feature=results_main).

[6] Deleuze  escribió un libro sobre Foucault (Deleuze, Foucault, Paidos, Barcelona, 1987) y era muy consciente de esta proxim                idad: “Acaso tuvimos también una concepción común de la filosofía. No nos complacíamos en las abstracciones: el uno, el todo, la razón, el sujeto. Nuestra labor consistía en analizar estados mixtos, lo que Foucault llamaba “dispositivos”. Lo que necesitábamos no era establecer puntos sino recorrer y desenmarañar líneas: una cartografía que comporta  un micro-análisis (Lo que Foucault llamaba micro-física del poder y Guattari micro-política del deseo). Sólo en estas composiciones pueden encontrarse focos de unificación, nudos de totalización, procesos de subjetivación siempre relativos, siempre susceptibles de desanudarse para continuar aun más una línea móvil. No se trata de buscar los orígenes perdidos o borrados, sino de tomar las cosas allí donde nacen, en el medio, hender las cosas, hender las palabras.” Entrevista aparecida en Conversaciones (1972-1990) Deleuze, Pretextos, Valencia, 1995, pp135ss.

[7]Lo que no significa que Foucault idealizara a los antiguos, tan es así, que en un momento llego a decir que toda “la antigüedad le parecía un profundo error”. Esta afirmación puede explicarse, aunque con una reducción abusiva,  porque aunque en la Grecia estaba sin duda presente la búsqueda de una ética como estilo de existencia y no como normatividad moral, esta se mantenía en términos de una afirmación de superioridad estatuaria permitida solamente a una elite social. Del mismo modo su rechazo de la filosofía estoica se explicaría al ver que esta en un momento  deviene norma universal o moral obligatoria, situación que evidencia que lo que se conoce como moral cristiana estaba prefigurado ya en esta moral antigua. 

[8]En “Le retour de la morale”, última entrevista dada por M. Foucault,  realizada  G. Barbedette y A. Scala el 29 de mayo de 1984, la que fue transcrita mientras el autor estaba hospitalizado y aparecida pocos días después de su muerte en “Les Nouvelles Littéraires”, Nº 2937, 28 junio-5 de julio de 1984, pp 36-41. En español, M. Foucault, “El retorno de la Moral” en “Michel Foucault. Estética, Ética y Hermenéutica”, Obras Esenciales-Vol III, Ed. Paidós, Barcelona, 1994, p 381.

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[9] En la clase del 17 de Marzo de 1982 dictada en el Collège de France, Michel Foucault hace referencia a una antigua controversia entre E. Doods y P. Hadot, a la que se sumaron J. P. Vernant y Joly del lado de Doods, sobre el origen chamánico de las técnicas de si, sosteniendo  que al entrar los griegos en el siglo VII  en contacto con las civilizaciones del nordeste europeo encontraron ellos una cantidad de practicas, de técnicas propias de esa cultura, entre las cuales había: regímenes de abstinencia como  prueba y como proeza,  concentración del pensamiento, meditación de la muerte, etc., a las que podía atribuírseles un origen chamánico. Lamentablemente Foucault no desarrolla más este punto.  Ver Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto-Curso en el College de France (1981-1982), clase del 17 de Marzo-Primera hora, FCE, 2000, Argentina, p 395.  Para un desarrollo más amplio de este punto consúltese también el libro de E. Doods, Los griegos y lo irracional, Alianza Editorial, Madrid, 2006.

 

[10] Sergio Espinoza Proa, Dos aproximaciones al chamanismo, Revista Aparte Rei, N 22.

[11] Anne Sauvarnagues, Deleuze (Del animal al arte) ,Amorrortu, Argentina, 2006. Cercano al abordaje de este libro, es también el de B. Buchanan, Onto-Ethologies (The animal environments of Uexkull, Heidegger, Merleau-Ponty and Deleuze), State University of New York Press, EEUU, 2008.  

[12] Eduardo Viveiros de Castro, “Perspectivismo y multinaturalismo en la América indígena”, traducción del portugués realizada por Rosa Alvarez y Roger Sansi del capítulo 7 del libro del mismo autor A inconstancia da alma salvagem (Sao Paulo, Cosac y Naify, 2002, pp 345-400).

[13] Manga Quispe Eusebio, Pacha como un concepto de espacio-tiempo, Revista española de Antropologia

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