CAUSALISMO E INDETERMINACIÓN: LAS FORMAS SINGULARES DEL MATERIALISMO EN EL MONISMO ANÓMALO/Por: Alko Hamutaq
Aunque hay en la historia diversas referencias a lo que entendemos por mente, se puede decir que las primeras formulaciones explicitas de una filosofía de la mente, valga la redundancia, y con ellas la reactualización de la antigua discusión metafísica sobre el alma o la experiencia de mundo, como acostumbraba llamarse lo que hemos venido a conocer en la actualidad bajo el problema mente-cuerpo, aparecieron recién a mediados del siglo XX con los trabajos de Gylbert Ryle y Ludwing Wittgenstein, The concept of mind (1948) y Philosophical Investigations (1953) respectivamente, lo que hace de nuestro tópico un asunto que podría situarse ambiguamente como de no mucha antelación, en aras además de circunscribir nuestro análisis, lo sugerimos aquí por la recurrente relación que el pensamiento del siglo XX tuvo con las diversas formas de materialismo ontológico existentes en la época.
Ahora, lo que caracteriza a este recolocamiento del problema mente-cuerpo desde la modernidad como buscamos sostener en el primer capítulo, es que la base sobre la que se juegan las definiciones y las posibilidades es ya toda una base materialista, la que buscaremos sucintamente diferenciar ahí para los fines de nuestra argumentación. Agregaría además, como señala el filósofo francés Quentin Millessoux, representante del “realismo especulativo”, que lo más presente en la discusión europea del siglo que paso ha sido el enfrentamiento entre estos diversos materialismos, en su mayoría monistas.
Nuestra lectura en la
segunda parte buscara situarse sobre el mismo topos materialista discutido y tomara posición por una modalidad anómala
del acontecer material, enfrentada a un determinismo causalista de la materia
que ha sido siempre muy influyente. Por eso versara sobre el carácter positivo
del monismo anómalo para escapar al estancamiento materialista determinista. En
la última parte buscaremos dar respuesta
a una de las principales objeciones que se la han hecho a esta teoría, la
acusación de epifenomenalismo.
1. 1.- Causalidad e indeterminismo
El indeterminismo postulado por el concepto de causalidad
Davidsoniano en la teoría de lo mental anómalo, atiende a una manera poco
conservadora de definir las relaciones causales en la ciencia, en la que
relación entre el efecto y la causa ya no es de identidad, en el sentido de que
los efectos no son reductibles a sus causas.
Para explicarse por una parte, su particular indeterminismo, debe pensarse en conjunción con su concepto de justificación, el que utiliza para mostrar como ciertas razones juegan el papel muy particular de explicación causal de una acción.
Y aunque sea posible llevar a cabo actos que no se explican
causalmente por las razones que el sujeto dice tener, el papel de las razones
sigue siendo constante en la explicación, aun cuando el agente pueda estar
confundido sobre ellas, pero también por lo mismo es constante este carácter
particular de la justificación en su explicación causal, que señala más bien
una relación simultanea entre razones y acciones, donde el pensamiento ya no
juega el papel de esquema a aplicar sino que cumple más bien una función
simultanea a toda la deriva estructural del ser vivo en su relación con el
ambiente, para decirlo en términos de la biología, punto que solo sugerimos en
este lugar y que profundizaremos en el
siguiente capítulo, después de intentar aclarar o al menos señalar la base de
la que emerge lo mental dentro de la dinámica material anómala.
Como es bien sabido, en
diversos trabajos, y en especial en “Acciones, razones y causas”, Davidson
cuestiona de modo radical la doctrina de amplísima aceptación en aquel momento
(el de la aparición de su ensayo), según la cual las razones de una acción no
son causas de la misma, y las explicaciones de las acciones en términos de las
razones del agente no son explicaciones de carácter causal.
La complicación aparece
cuando nuestro autor sostiene que las
razones pueden también ser causas de acciones, lo que a la vez esto parece
entrar en contradicción con su materialismo
y su causalismo declarados sino tomamos en cuenta la apuesta crucial en
su teoría por reformularlos (no hay que olvidar que las razones en su teoría no
parecen ajustarse al causalismo materialista estricto que se quiere suponer también
en Davison).
Como decíamos al
inicio, la filosofía de la mente continua y modifica en parte un antiguo
problema de la ontología, que ha buscado
responderse en la actualidad desde un paradigma distinto, con descripciones y
presupuestos conceptuales también divergentes y donde habitan variables
contrapuestas en el mismo paradigma, las que se diferenciaran en el transcurso -un
poco indirectamente- de desplegar los presupuestos que inferimos de la tesis
Davidsoniana, donde por ejemplo el continuum material absoluto, se hace de un
carácter que oscila entre el equilibrio y el caos comunicativo en el interior
de la materia distinto del hilemorfismo arraigado en el pensamiento occidental
donde la forma se imprime sobre ella.
Los niveles de individuación ( a su vez inevitablemente ontológica) que afecta
este caos comunicativo alcanzan la individuación biología como la psíquica(mente)
pues nada escapa a esta forma de producción dentro de lo material como nos dice
la física , por eso como afirma George Simondon, y es el asunto que nos
interesa, los individuos se constituyen
como singularidades polarizantes, con
una determinada cualidad estructural a la que podríamos llamar forma (que
determina sus condiciones topológicas) y una cualidad de sistema (la cual
determina las condiciones de distribución de energía sobre esos topos).
Me explico, la mecánica ondulatoria del novel de física Louis de Broglie tiene dos
elementos que nos interesan y que se cruzan con las cuestiones fundamentales de
la filosofía y la ontología que nos gustaría destacar para para tratar las
relaciones entre esos diversos campos no siempre claramente delimitados, que
van de lo cuantico a lo psiquico.
Por un lado existe una continuidad del espectro de
todas las frecuencias conocidas, desde las ondas herzianas, los rayos
infrarojos, los rayos gamma, los rayos x, etc. El punto crucial que podemos
extraer hasta aquí es que las frecuencias reverberan en toda la masa material,
introduciendo a su vez una tendencia al equilibrio sostiene de Broglie. El
continuum material absoluto, se hace de un carácter que oscila entre el
equilibrio y el caos comunicativo en la materia.
Por otro lado tenemos la idea de complementariedad,
idea fundamental cuasi-infinitesimal,
donde la relación (continua también) es la que prolonga su energía
dentro del estado de los corpúsculos, mientras que traduce las realidades
individuales en niveles de energía de la onda, es decir que la complementariedad del famoso doble
aspecto de las partículas elementales en el caso que destaca Simondon por
ejemplo, hace que las partículas elementales al comportarse como partículas
tengan siempre un ser asociado como onda y que al comportarse como ondas tengan
viceversa, un ser asociado como partícula.
Esto pone en cuestión nuestras ideas habituales
sobre la materia, sobre lo continuo y lo discontinuo, lo que implicaría nos
dice el filósofo argentino Fernando
Tula: “que se trata de una relación métrica espacio-temporal y de un campo
ondulatorio, por lo que en todos los casos están presentes un término continuo
y otro discontinuo. Es decir de una relación asimétrica con valor de ser,
considerada por Simondon como la base misma de todo devenir(Tula, 2009, p.4).
La individuación psquica o lo mental como se la ha
venido a llamar en la actualidad, refiere justamente el problema de la
aparición de lo ontico como veníamos diciendo, de la posibilidad de toda experiencia
en relación con el sustrato material del que proviene, y supone a su vez el
asunto crucial de la necesidad misma del pensamiento, en el sentido de si le es
posible arribar a un pensamiento que pueda entender como absolutamente
necesario sobre sí mismo.
A nivel de la individuación biológica las mismas
reglas de indeterminabilidad se aplican para pensar la génesis y la deriva
estructural de lo viviente que se da en su nivel, el orgánico, entre la
relación del ser vivo con su medio, donde aplicamos también los principios de
complementariedad y continuidad de la dinámica
comunicativa de la materia.
2. 2.-Más allá del epifenomenalismo
Se
ha querido acusar a esta teoría de epifenomenalista porque deja un grado mayor
de indeterminabilidad sobre la relación entre las razones y las acciones, sin
atender justamente a que ese carácter es el que permite la libertad y la
decisión, las que oscilan en esa indeterminabilidad que no deja de ser
relacional, para constituir un nuevo estado del individuo o de las cosas que no
sería posible si esto estuviera
determinado por una causalidad estricta y lineal que a nuestro parecer Davidson
intenta reconfigurar como un concepto distinto de causalidad.
Consideramos erradas
las críticas que acusan de epifenomelismo a la teoria Davidsoniana sobre la
mente, que no reduce el papel de la
decisión como sostienen sus críticos, la decisión más bien se debe a éste
retorno de indeterminación en la cognición que permite la nueva deriva
estructural del ser vivo, un cambio de estado, sea el que fuera, es decir la
posibilidad de lo nuevo.
En la perspectiva de
éste trabajo esa particularidad de su teoría, el retorno anómalo de lo mental
atiende a un materialismo coherente con los alcances de la ciencia biológica y
física actuales, encarnados en los
trabajos del conexionismo mental por ejemplo, que atienden a procesos básicos
como la autopoiesis molecular agenciada en una dinámica de clivaje con el
medio, donde el factor de indecibilidad propia del acoplamiento autopoietico
con un medio, permite la deriva estructural nueva y la adaptación con el medio.
Y más que una metáfora de la anomalía mental esta
característica fundamental de la biología -y si por supuesto no separamos la
mente de lo biológico- se replica a
nivel de la organización celular compleja que es el hombre, permitiendo la
deriva estructural nueva de su organización, la que se realiza en éste caso
junto con el actuar de lo mental, en el lenguaje, las razones y las decisiones
pero que no tiene un carácter causal determinista como argumentábamos en el
primer capítulo sino que se hace más bien
de un carácter que oscila entre el equilibrio y el caos comunicativo en
la materia.
Así, con su teoría
Davidson trata de salvar la libertad humana del enclaustramiento funcionalista
y fisicalista en el que la habían dejado recientemente teorías anteriores de alto de grado de
aceptación entre los filósofos de la mente y que compartían con ella en
apariencia una misma base materialista, además de las acusaciones poco fundadas
de epifenomenalismo.
De la postura que defendemos éste factor de indeterminabilidad
habré novedosamente una mayor posibilidad a características supuestamente
excluidas en su teoría, como la libertad, en la que la intencionalidad -ahora
no hilemorfica mi determinista- juega un papel importante, pues la experiencia
consciente solo puede reconocerse en la decisión o vértigo del actuar
consecuente o consustancial a la de este materialismo indeterminista aun causal
para satisfacción de Donald Davidson .
3. CONCLUSION
En la perspectiva de este trabajo el
retorno anómalo de lo mental atiende a un materialismo coherente con los
alcances de la ciencia biológica y física actuales, encarnados en los trabajos del conexionismo
mental por ejemplo que refiere a procesos básicos como la autopoiesis molecular
agenciada en una dinámica de clivaje con el medio.
Donde el factor de indecibilidad
propia del acoplamiento autopoietico con ese medio, su gradiente de
indeterminabilidad causal, permite la deriva estructural nueva dentro del
continuo relacional. Más que una metáfora de la anomalía mental esta
característica fundamental de lo material y lo vivo -y si por supuesto no
separamos la mente de su sustrato material-biológico -se replica a nivel de la organización celular
compleja que es el hombre, esencialmente, y es lo que nos interesa, en el
momento de la individuación psíquica o la emergencia de lo metal diríamos para
ponerlo en una fórmula más o menos familiar, aunque también novedosa.
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