NOMADOLOGIA O IDEOLOGIA. (LA CRÍTICA DE ZIZEK A DELEUZE) 1ra Parte



Por: Robert Sinnenbrink
("Nomadology or Idelogy, Zizek's critique of Deleuze" en Parrhesia N°1, 2006)

Traducción: Japhet Torreblanca del Carpio

El reciente libro de Slavoj Zizek, Órganos sin cuerpo, inicia con un comentario que remarca la especial antipatía de  Deleuze hacia el dialogo.  La filosofía, como observan Deleuze y Guatari,   nunca es sobre dialogo, menos aun sobre comunicación; lejos de ser una armónica discusión que apunta al consenso racional, la filosofía se parece más a un encuentro violento entre fuerzas heterogéneas, capaces de abrir  hacia el pensamiento de lo nuevo. Desde la perspectiva deleuziana, la historia de la filosofía es menos una historia de los esfuerzos por alcanzar la verdad que una historia de las malas interpretaciones, de acoplamientos errantes y perversos encuentros conceptuales, produciendo hijos monstruosos. Órganos sin cuerpo de Zizek nos recuerda la verdad de la intuición deleuziana: En este traumático encuentro filosófico, Zizek no entiende a Deleuze, quien no entiende a Hegel, quien no es entendido por la virtualidad de los dos. Por todo eso, la verdad anti-hegeliana de Deleuze al pensar la diferencia, de acuerdo con Zizek, es a su vez  una heterodoxia Hegeliano-Lacaniana. El pensamiento no dialectico de lo nuevo en Deleuze le parece ser una idiosincrática repetición dialéctica de lo mismo. Lo cual puede sorprender a la vez a Deleuzianos y Lacanianos, sin que decir de los Hegelianos heterodoxos.

En verdad, Zizek es muy franco respecto  al  eros filosófico que va manejando su extraño encuentro Hegeliano-Lacaniano con Deleuze. Inspirado en el notorio comentario de Deleuze sobre concebir la historia de la filosofía como un tipo de sodomía, la perversa replica de Zizek es en verdad de estilo Deleuziano: la de “pensar lo impensable”.

¿Por que no deberíamos arriesgar el acto de hablar por detrás de Deleuze mismo y ocuparnos en la práctica de la sodomía hegeliana de Deleuze? Ahí reside el fin último del presente libro. ¿Que monstruo podría emerger si nosotros efectuáramos la horrible escena del espectro hegeliano hablando detrás de Deleuze? (Órganos sin cuerpo-pp48).

¡En verdad un monstruo! Dejando a parte la riqueza psicoanalítica, sin la homo-erótica fantasía de Zizek, deseo explorar este perverso encuentro filosófico desde la perspectiva de una de sus mas curiosas declaraciones “especulativas”: Deleuze igual Hegel (OwB, 49). Mi tesis es que el traumático encuentro de Zizek con Deleuze falla por  el perverso intento de Zizek de domesticar por la integración, la diferencia deleuziana en la estructura del hegeliano-lacanianismo. Entre otras instancias de obligación conceptual, hay allí una inconmesurabilidad, o por lo menos una seria incompatibilidad, entre el concepto deleuziano de “diferencia en si”  y la radicalizada versión de Zizek de la “universalidad concreta” hegeliana. Por otra parte, la incompatibilidad entre la diferencia deleuziana y la radical universalidad zizekiana tiene  implicancias políticas, lo que es manifiesto en la critica de Zizek a la micro-política de Deleuze y Guattari, que él ve como reflejando más bien que resistiendo los flujos de desterritorializacion del capitalismo global.  En la misma forma en que Deleuze presuntamente vuelve a la política deleuzo-guatariana del devenir en respuesta a un intratable punto muerto teórico, Zizek  vuelve a su vez a una reducción critica de la política Deleuzo-guatariana en respuesta a un más general punto muerto de la política presente en el capitalismo global.

EL TRAUMATICO ENCUENTRO DELEUZE - ZIZEK

La relación Hegel-Deleuze presenta un fascinante problema filosófico que atrae cada vez más el interés de la crítica literaria. Hay, sugiero, dos enfoques para este espinoso sujeto: la lectura reincidente o asimilacionista, que se sostiene  a pesar de todo su reconocido anti-hegelianismo: Deleuze sin advertirlo recae dentro de la dialéctica en puntos cruciales de su proyecto filosófico, el cual puede por lo tanto ser reconciliado con el hegeliasmo (En esta aproximación uno podría incluir a Judith Butler, Catherine Malabou y Zizek mismo).  Y el otro enfoque, el de la “inconmesurabilidad” o el “separatismo radical”, que sostiene que no es posible un compromiso entre Hegel y Deleuze, pues el pensamiento de Deleuze marca un radical quiebre con el hegelianismo tout court (El Deleuze de nuestra propia aproximación, Hardt, Massumi, y otros comentadores Deleuzianos).

No sin sorpresa podríamos nosotros sumarizar  estas diferencias -entre la pretensión hegeliana que hace que la diferencia deleuziana no escape enteramente al movimiento de la dialéctica y la más Nietzscheana pretensión de que el pensamiento de Deleuze es irreductible al movimiento de la integración dialéctica de la diferencia-  dentro de una unidad más compleja.

Para evocar un cliche hegeliano, podría decir que ambas perspectivas son parcialmente correctas, aunque siga siendo insuficiente, pues simplemente se toma de ellas: La critica del joven Deleuze a Hegel regreso a , o por lo menos conserva un compromiso con  un residual aspecto dialectico (particularmente en Nietzsche y la filosofía) mientras que el proyecto total del  Deleuze maduro ( De Lógica de la sensación a Diferencia y repetición hacia adelante) está en procura de romper libremente - vía Nietzsche y Spinoza pero también una multiplicidad de otras perspectivas, desde el estructuralismo a la vanguardia artística y la literatura- el carácter totalizante de la dialéctica hegeliana,  sobre todo su fracaso para pensar el advenimiento de lo nuevo. Menos aun pensamos que Deleuze ignore simplemente la dialéctica Hegeliana, debiéramos recordar su fascinante repaso de Lógica y existencia de Jean Hyppolite (Uno de sus maestros); La critica de Deleuze  del Heideggerianismo  de Hyppolite leyendo la lógica de Hegel como una “lógica de la sensación”  ya contiene las semillas del proyecto tardío de una filosofía de la diferencia, la que desarrolló en  “Lógica del sentido” y “Diferencia y repetición”.

A pesar de que Zizek limita su critica a la explicita relación entre Hegel y Deleuze, esta base conceptual es también importante para comprender las complejidades de este fascinante encuentro filosófico. La perversa crítica hegeliana de Zizek a Deleuze opera en dos niveles relacionados: primero, Zizek  cuestiona la plausibilidad del violento rechazo de la dialéctica hegeliana por parte de Deleuze. Segundo, Zizek supone que esa radical antipatía hacia Hegel esconde de hecho una secreta complicidad. Como Catherine Malabou él argumenta que en la mentón filosófico de Deleuze, Hegel es reductivo y monológico, sin dejar ninguna posibilidad de un encuentro productivo entre la dialéctica hegeliana y la diferencia deleuziana. A lo largo de la obra de Deleuze de acuerdo con Malabou, “La filosofía hegeliana es presentada como expresando perfectamente la lógica binaria en toda su densidad: uno más uno igual dos, y dos termina reduciéndose a uno”. Para Zizek la violencia del rechazo  a Hegel en  Deleuze  sugiere una ansiedad que apunta a la oculta proximidad entre ellos.

En consecuencia, Zizek asume una postura asimilacionista  sobre la relación Hegel-Deleuze , haciendo la semi-seria afirmación de que el rechazo de Deleuze a la copula con Hegel señala un tipo de “prohibición sobre el incesto”, revelando el secreto parentesco entre los dos(OwB48).Por sus deslumbrantes desvíos y su notable congruencia, deseo sugerir que uno puede discernir, más o menos, una consistente trayectoria argumentativa en el encuentro critico con Deleuze, es decir que lo que Deleuze presenta como una radical filosofía de la diferencia con el correlato político de la multitud es de hecho mejor comprendido a través de la teoría Hegeliano-Lacaniana de la subjetividad y del post-Marxismo critico de la ideología de Zizek. En verdad, el Deleuze hegelianizado de Zizek supone presentar una teoría alternativa a la filosofía Deleuziana de la diferencia y la política de la multitud articulada en “Mil mesetas”, y más explícitamente en “Imperio” de Hardt y Negri. Es en esa dirección que debo interrogar en lo que sigue.

Zizek inicia su crítica a Deleuze delineando la atención sobre el bien conocido par conceptual de lo virtual y lo actual,  devenir y ser, y pretende que este  repite la inestabilidad de la tradicional oposición filosófica entre idealismo y materialismo. Esta oposición fue definitivamente sustituida por el idealismo post-Kantiano, sobre todo por Hegel; aunque Zizek también señala la relevancia de la virtualización contemporánea del problema en la física cuántica como un signo de la superación de esta tradicional oposición filosófica. Releyendo a Manuel de Landa, dirige la mirada a una tensión central o incluso una contradicción entre Deleuze I (De La Lógica de la sensación a Diferencia y repetición) y Deleuze II (El dúo Deleuzo-guatariano de Antiedipo y mil mesetas). Para el Deleuze I, la virtualidad del devenir  como el evento-sentido es lo pasivo, causalmente efecto estéril de las causas y procesos del actual material-corporal. Para  Deleuze II el dominio de las singularidades virtuales y flujos de puro devenir vienen a ser ahora la causa productiva de la individuación de los cuerpos y los sujetos dentro de  diversos concretos ensamblajes. Por lo que parece que el dominio de lo virtual o el flujo puro del devenir, es en una mano un efecto impasivo y en la otra un proceso generativo,  el cual señala la necesidad de una figura que mediatice o una consideración teorética para explicar la precisa relación entre este aspecto central en el pensamiento de Deleuze (OwB).

Esta tensión o irresuelta oposición entre el devenir virtual y el ser actual , recuerda la forma en la cual el idealismo pos-kantiano ha buscado la superación del dualismo Kantiano entre el aspecto fenomenal y noumenal de la experiencia, notablemente a través de la complementariedad de Schelling entre filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu,  la  cual fue llevada y transformada en  idealismo especulativo hegeliano (OwB, 23-24).En la resolución de Deleuze I del  aparente punto muerto entre lo virtual y lo actual o devenir y ser, es puesta una tercera figura mediática, la “cuasi-causa” o  “el puro agenciamiento de causalidad trascendental”(OwB,27) –lo que deja el exceso en el efecto de la causa, el superávit de alteridad irreductible a las condiciones causales precedentes. La cuasi-causa señala el advenimiento de lo nuevo, en el sentido de lo contingente, lo incalculable, lo singular; Esto representa la “meta-causa del mismo exceso de los efectos sobre sus causas (corporales)” (OwB,27). La pretensión es que sobre o más allá de las causas corporales, las cuales pueden nunca ser completas, debemos poner una causalidad trascendental para dar cuenta del imprevisible exceso del efecto (lo nuevo) sobre sus condiciones causales y determinaciones.

El ejemplo de Deleuze, que en algunos sentidos propone más preguntas que respuestas, es la emergencia del neo-realismo italiano después de la 2da guerra—un ejemplo de cómo el acontecimiento de lo nuevo superaba las condiciones históricas que provee este contexto.  Nosotros no podemos explicar el neo-realismo, afirma Deleuze, sólo por la referencia a asistir a las circunstancias históricas; Por lo tanto Deleuze postula el concepto de cuasi-causa como una “causalidad trascendental” que debe dar cuenta del imprevisible exceso del efecto sobre sus antecedentes condiciones causales. Se podría objetar que el hecho de que el efecto supere su aparente causa puede apuntar al múltiple complejo de cadenas de la causalidad, alguna cosa que supera nuestro conocimiento de la red causal antes que la red causal misma. Dando esto por sentado se puede tomar aquí el gesto de Deleuze como la oportunidad para limpiamente emparejarlo con Lacan, señalando de modo triunfal que la cuasi-causa deleuziana es paralela del objet petit a, lo “puro, inmaterial, entidad espectral que sirve como el objeto causa del deseo”  (OwB,27)- Algo que los mismos Deleuze y Guattari admitieron en el antiedipo.

La cuestión importante para Zizek es que el impenitente dualismo de Deleuze genera un número de desafortunadas consecuencias. El fundamental dualismo entro actual y virtual, devenir y ser, es traspuesto dentro de una multiplicidad de dualismos que repiten la esencial dicotomía bueno/malo, que en Deleuze, como buen Nitzscheano, suponen otro orden bajo su esfuerzo deconstructivo: fuerzas activas vs reactivas, cuerpo sin órganos vs cuerpo organizado, deterritorializacion vs reterritorializacion, etc.  Por otro lado, el dualismo ontológico de Deleuze -la lógica  del puro devenir como un efecto estéril vs la lógica del puro devenir como un proceso productivo- es  traducido dentro de dos diferentes lógicas y practicas políticas.

En una mano,  la ontología del devenir productivo lleva a una política deleuzo-guatariana de izquierda, de “auto-organización  de la multitud de grupos moleculares, que resisten y socavan lo molar, sistema de totalización del poder”. (OwB,32) En la otra mano Zizek observa que la ontología del estéril evento-sensible aparece como un residuo “apolítico”, sin una correspondiente lógica o practica política.

Aquí uno se ve tentado a destacar  los esfuerzos de Alain Badiou por construir una política de la universalidad basada en una ontología de la pura multiplicidad, que sea fiel al evento de lo nuevo, ya sea en arte, pensamiento, política o en el amor[1]. Zizek, sin embargo asentando su confianza en la critica que Badiou hace a Deleuze arguye que la ontología “apolítica”  Deleuziana, la del esteril acontecimiento-sentido,  alberga una más radical política que la “vulgar”  forma de multitud molecular (Develando más allá de Hardt y Negri el verdadero blanco de Zizek en la politica Deleuziana).
Zizek, en consecuencia, se enfrenta a dos retos. Primero, mostrar que la ontología Deleuziana del puro devenir es de hecho asimilable a un paradigma Hegeliano-Lacaniano y por otra parte articular lo que la teorética o las virtudes políticas de tal asimilación serian. En segundo lugar, mostrar que la vulgar política Deleuzo-Guatariana de la multitud molecular esta en realidad ideológicamente comprometida y es políticamente estéril, lo que Zizek se esfuerza por ilustrar en el caso de Imperio de Hardt y Negri (que es en cualquier caso, más una  Deleuzo-Foucaultiana inflexión neo-marxista). Mi tesis sería que Zizek falla en hacer frente a esos retos de cualquier manera seria,  lo cual indica las siguientes interrogantes críticas:  ¿Qué esta en juego en este encuentro, en el ansioso esfuerzo por mostrar que el pensamiento de Deleuze no constituye un acontecimiento, una irrupción de lo nuevo, pero si  la estéril repetición de los motivos Hegelianos y Lacanianos? ¿Por qué el deseo de asimilar a Deleuze en el paradigma Hegeliano-Lacaniano de subjetividad y política? Mi sugerencia sería que Deleuze y Guattari reconocen el problema  que Zizek identifica como el problema más difícil para la critica teorica contemporánea y la filosofía social:   ¿Cómo poner en practica  el pensamiento y la política revolucionaria dentro de un orden que es inherentemente revolucionario? ¿Cómo desterritorializar mediante la teoría y la practica en un régimen ya desterritorializado?




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