LOS PENSAMIENTOS DE DELEUZE Y NEGRI (UNA RIQUEZA, UN CHANCE) Traducción: Juliette Rouget/Japhet Torreblanca
Respondiendo a dos preguntas de Y. Ichida relativas a la concepción de la Política en Deleuze y su relación con el concepto de multitudes, Francois Zourabichvili es forzado a precisar la concepción involuntarista de la política en Gilles Deleuze y lo que la distingue del pensamiento de Toni Negri. El concepto de multitud no es deleuziano. La “institución” en Deleuze no se encuentra con el “constituyente” en Negri. Lo que Negri propone es una teoría global, en cambio Deleuze procede por escaramuzas locales, que van de un frente local a otro, de una posición de inestabilidad a otra. La oposición del involuntarismo deleuziano con el voluntarismo de Negri señala una diferencia en el esquema de actualización. [i]
Multitudes: Evocando la
ausencia en Deleuze de cualquier proyecto político, usted a hablado en “Deleuze
y lo posible” (Deleuze, Une vie philosophique, Dir . E. Alliez. Les empecheurs
de penser en Rond, 1998) sobre un involuntarismo característico de su
izquierdismo. Y ha señalado en la
política deleuziana la concepción de un posible no llevar a cabo, sino de
crear. Desde este punto de vista: ¿La multitud como un sujeto político puede
ser deleuziana? ¿Que relación ve entre la insistencia de Toni Negri sobre el
sujeto, a menudo señalado de voluntarista por su carácter absoluto y el
“involuntarismo” deleuziano? Si la política consiste para Deleuze, en crear y
actualizar lo posible, ¿La filosofía de la que habla puede en consecuencia
jugar un rol cualquiera en esta actualización? ¿O el silencio de Deleuze sobre
lo concreto de la creación de lo posible nos
lleva a la política fuera de la
filosofía?
Francois Zourabichvili: La ausencia de proyecto no es la marca de un vacio pero si la
condición negativa de lo que Deleuze llama “crear un mundo” (En vez de creer en
otro mundo o transformarlo). Lo que Deleuze sostiene es que la creencia en un
mundo, a la que arribamos, es
problemática o por lo menos ha devenido tal. (cf. L’ image-temps[1]). No es así, según la
creencia popular, que sostiene que a causa de las imágenes y los juegos
terminamos por perder el sentido de la realidad. Pero la habitual condición de
dicha creencia se ha derrumbado: el hecho moderno es que los esquemas de
reconocimiento, a los que sometemos ordinariamente toda ocurrencia de la vida
(ya sea el acto de trabajar, de lo
conyugal, del militantismo, del arte, etc) tienden a aparecer para nosotros
hoy, como lo que son, clichés.
Nos
debatimos entre el dejavu y el acontecimiento desnudo, porque no sabemos hacer
otra cosa que continuar una práctica con esquemas que sin embargo nos aferran
más en la misma función. Es aquí donde el tema general del involuntarismo se
extiende a la política: el concepto de “devenir-revolucionario” frente a la
preocupación por el futuro de la revolución.
Este concepto es menos un “carpe diem” político que una verdad probada:
¿Sabemos vivir acorde con la realidad y los hechos como tales (1905, la
Liberación, 1968…) independientemente de un plan futuro que les asigne grado y significado (repetición general) o de
un juego retrospectivo que los evalúa de acuerdo a sus propias salidas
(revolución fallida, traición o bien nocivo)?
Uno siempre quiere que un acontecimiento tenga un fin, mas allá de que se agite en las inmediaciones de una ruptura o de una mutación de la percepción colectiva (nuevas relaciones en el trabajo, el saber, la infancia, el tiempo, la sexualidad, etc). Creer en el mundo es creer en la realidad de sus rupturas internas. De acuerdo con Deleuze y Guattari el potencial político reside en las rupturas, que ignoran sistemáticamente las actitudes prospectivas y retrospectivas. Es a ellos a quienes les parecían fuentes de derecho y de acuerdos económicos el repensar social o político, es decir las instituciones en sentido amplio (El actuar de nuevos derechos, de nuevos informes en el trabajo o en la escuela, o aun más de nuevas formas de vida conyugal, etc).
En cuanto a lo que llamas "lo concreto de la creación de lo posible", o bien el silencio es una regla, porque no podemos anticipar lo que sólo puede ser creado (es este el silencio ostentado por Deleuze al final de "Post-scriptum sur les sociétés de contrôle"(2), ó es posible señalar las áreas de un nuevo tipo de luchas, debido a que estas ya están obrando (cf. "Mai 68 n'a pas eu lieu", Les nouvelles, 3-9 de Mayo de 1984).La aporía teórica no es forzosamente signo de una pobreza de pensamiento: puede ser el coraje de un pensamiento que se expone a la intemperie. El papel del filosofo en la actualización de posibilidades es otro asunto y Deleuze se ha pronunciado claramente sobre ese punto, en particular en la entrevista de 1972 con Foucault: el tiempo del filosofo-guía de las masas se terminó, él se termino en la filosofía misma, cuya mutación interna prepara al filósoionarifo para pensar según otro estatus .
No es que el rol de la filosofía en el "devenir revolucionario" sea nulo, era así en función de la imagen del filósofo-iluminista, pero la filosofía como otras disciplinas, jugará un papel siempre que su practica no sea inmutable y que sus propias mutaciones resuenen con las mutaciones de otras practicas teóricas o militantes. En este sentido, las mutaciones -y su potencial político- pasan también por la filosofía. En un libro como "Mille plateux"(3), la práctica de estas resonancias es en si misma una condición de la mutación del discurso filosófico: ese es todo el programa Deeuzo Guattariano de un discurso inmanente o 2literal" que hace falta estudiar. La litaralidad, es decir, la distribución nómade del sentido por debajo de la partición de un sentido propio y un sentido figurado, que no es tal si producir efectos en el campo político.
Para usar un ejemplo de “L’image-temps” a propósito de la mutación del cine político en la segunda mitad del siglo XX, enunciados como "los banqueros son asesinos" o "Las fábricas son las prisiones", en un cierto nivel deben entenderse literalmente y no más que como cliches metafóricos de agit-prop. En efecto los banqueros son rara vez asesinos en un sentido propio, pero por otra parte, si se concluye con una metáfora, el sistema bancario es indemne y sólo toma en consideración algunos acuerdos humanitarios. Sin embargo, todo el mundo tiene más o menos la intuición de esta comprensión literal, puede incluso esta misma ser una dimensión de la "realidad moderna".
Quedan por producir las condiciones filosóficas, el relevo de
discurso que muestre la legitimidad y explore las virtualidades es una dimensión esencial del trabajo de
Deleuze desde “Différence et
répétition[4]”. Dimensión esencial pero también desconcertante, pues que la
mayoría de la gente piensa que el discurso de Deleuze es metafórico o no
entiende bien como puede defenderse.
¿El concepto de "multitud" es deleuziano? Yo no lo creo, pero sobre todo no me importa. Hay que alegrarse si tenemos dos pensamientos en lugar de uno, es una riqueza y una suerte. Creo que su principal diferencia se refiere a la institución. En Negri, la institución no tiene ningún papel: en relación con la noción de un "poder constituyente" este es pura externalidad (cf. la oposición de lo ilimitado y lo limitado, del exceso y la medida[5]). Este último no se ve concernido por la institución, que se produce desde fuera por la integración y la desnaturalización. En consecuencia el “constituyente” deviene problemático, todo lo que se pueda informar y “Omni-versalizar” debe negarse en el orden de conservarse. Aun así, esto no puede ser sino negando una parte de si mismo.
¿El concepto de "multitud" es deleuziano? Yo no lo creo, pero sobre todo no me importa. Hay que alegrarse si tenemos dos pensamientos en lugar de uno, es una riqueza y una suerte. Creo que su principal diferencia se refiere a la institución. En Negri, la institución no tiene ningún papel: en relación con la noción de un "poder constituyente" este es pura externalidad (cf. la oposición de lo ilimitado y lo limitado, del exceso y la medida[5]). Este último no se ve concernido por la institución, que se produce desde fuera por la integración y la desnaturalización. En consecuencia el “constituyente” deviene problemático, todo lo que se pueda informar y “Omni-versalizar” debe negarse en el orden de conservarse. Aun así, esto no puede ser sino negando una parte de si mismo.
Con Deleuze la institución debe
entenderse en dos sentidos, destruyendo igualmente el deseo que creándolo y no
por eso siendo menos positivo, en tanto que actualiza y constituye una
creación. Sin duda, a cierto nivel, los
dos modelos, el de integración (o “captura”)
y el de actualización (o “agenciamientos” siempre en peligro de
estratificación) coinciden, como puede verse también, en Foucault. Sin embargo,
ellos continúan distinguiéndose de derecho.
Deleuze es el primero en formular
esta inconmensurabilidad de lo común, entendida como “comunicación de
heterogéneos”, externa ésta a la medida
del sentido común: y lo hace vinculando lo pequeño a lo desmesurado, en paginas
que parecen haber inspirado sus originales descubrimientos sobre la pobreza del
Kairos, el alma, Venus y la Multitud (cf. Différence et
répétition, p. 52-55).
En
resumen, la relación de lo virtual y lo actual
dramatiza la relación del deseo y de la institución en Deleuze. El
límite son los nómades, por la razón de que no dejan huella en la historia.
Ellos cruzan el umbral de representación sólo negativamente, como actos de
resistencia: Es nomadica, recíprocamente, toda forma de resistencia (cf. El
concepto de “maquina de guerra”). Por lo tanto, la positividad que envuelve la
resistencia tiende a pasar desapercibida: A saber el espacio-tiempo específico
que se instaura en cada caso, no permite institucionalizar el sentido corriente
(Estatal) del término, pero revela una institución paradójica, inseparable de
una crisis y de una lucha que abren la
posibilidad de agenciamientos sociales o jurídicos antes impensables. Estos
son, a grandes rasgos, los dos sentidos de “institución” en Deleuze.
Así que, quizás es en este sentido
que el poder es constitutivo en Negri, en el que hay tal vez una posible
convergencia entre el espacio-tiempo insurreccional en Deleuze (Que hace
visible el “dinamismo espacio-temporal”, el cual es un tópico de su teoría de
la idea. cf. “Différence et repetition”) y el “trabajo vivo” en Marx, tal como
lo repiensa Negri. Como sea, es sólo a este nivel específico que una
convergencia es posible y no alrededor de las marcas generales del rally de la
“inmanencia” y el “acontecimiento”. Nociones vaciadas de potencia conceptual,
ya que la indeterminación es el precio a pagar hoy en día por una filosofía
unitaria. Pero es claro que, una vez
dada la relación de actualización, del lado de Deleuze, no se puede más
tratar de ignorar o destruir las instituciones. Uno de los leitmotiv de “Mille Plateux” es que lo “molar” (las
“segmentaridades” duras, los cortes y
las escansiones institucionales de nuestras vidas) no es menos necesario en la
vida que lo “molecular”, en que sin embargo se produce, inventa y crea la vida.
Es necesario un mínimo de reproducción, aun si sufrimos de hecho las tardías
ocupaciones de la totalidad del campo.
En
todo caso, el desnudo “cuerpo sin
órganos”, -que es un poco análogo del poder constituyente- no es otra cosa que
la muerte y esto porque todo devenir envuelve una relación con la muerte, una
suerte de instinto de muerte (repulsión de todas las instituciones, de todos
los “órganos”). Por lo tanto, uno puede hablar a diferencia de Negri, de un
modelo perverso más que subversivo (Sobre esta oposición, Cf. en particular. “Logique du sens”[6]).
Deleuze
jamás creyó en las promesas de subversión; en cambio estaba atento a la manera
en que todo orden, toda institución, no cesan de ser pervertidos por las
“líneas de fuga”. Desde aquí, una
primera diferencia de orden metodológico: lo que Negri propone es una teoría
global, Deleuze en cambio procede por escaramuzas, por desestabilización local.
Por ejemplo, él aborda a menudo el tema de la “institución”, pero según una
diversidad de ángulos de ataque que nunca se resuelven en una teoría unitaria.
Desde el punto de vista de este último, su discurso parece evidentemente
incompleto, pero es porque huye de los discursos explicativos en búsqueda de
puntos sensibles donde la doxa pueda ser verdaderamente afectada.
Es desde este punto de vista que la
teoría es en él una práctica, una practica perversa. Su concepción de la
política es similar: siempre va de un frente local a otro, que hace comunicar en una solidaridad, que no
deja entonces entrever una empresa global de subversión. Es ese el porque de su admiración sobre los
particulares militantismos de Foucault y Guattari.
La segunda diferencia es –dicen- de
orden cronotopico: los pensamientos de Deleuze y de Negri son ambos gobernados
por el dinamismo general de la salida, de la inmanencia de la fuga (¡conquistar
al fin la tierra!).Pero Deleuze no evita rechazar un sistema dado (Modelo
perverso-Cf. La formula “escapar de la filosofía por la filosofía”), mientras
que Negri propone el esplendido mito subversivo de un éxodo, dado que el orden
capitalista se nutre del trabajo cooperativo de la multitud, que por ser el
trabajo mismo no cesa de sustraerse (si el mito es verdad seria una formidable
y justa mordaza sobre los poderosos que
velan sobre nosotros). Otra confirmación de la divergencia con los autores de “Empire[7]” es la distinción entre el migrante y el nómade, esencialmente en “Mille plateaux”. En cuanto a los
residuos voluntaristas del pensamiento de Negri, estos son fácilmente
señalables.
Ciertamente la explicación según la
cual el nuevo paradigma posfordista es impuesto en el capitalismo por la gran
mutacion anti-disciplinaria inclinada claramente del lado de lo involuntario,
aporta desde este punto de vista un elemento exitante al “Post-scriptum sur les sociétés de contrôle” (Negociaciones). Pero la
obstinación de hacer de la multitud un sujeto, en si mismo abierto, induce en
el mismo sentido un bloqueo lógico: la paradoja insoluble de un voluntarismo
involuntario. Negri con mucha lucidez se da asi mismo la formula: “acción
efectiva para una nueva resurrección”.
Evidentemente
esta conversión de la práctica no es suficiente, se debe encontrar allá, en el
movimiento real, los recursos, la
confianza; y esto es así porque el “Imperio” es en principio el complemento
indispensable del poder constituyente. Pero sorpresa: en lugar de un fundamento
empírico del voluntarismo, regresamos sobre el voluntarismo a una descripción del movimiento de lo real, en el modo
marxista tradicional de una prescripción de lo ineluctable. El éxodo de la
multitud desde el capitalismo es un fenómeno a deducir a priori. La deducción
fue encontrada en los fines del poder constituyente, “esta dominación esta hoy
irremediablemente minada por el sabotaje de la misma multitud”.
En
última instancia, este voluntarismo se apoya sobre la presumible
permanencia de la innovación, del
acontecimiento, de la creación. Aun así,
a los ojos de Deleuze y Guattari las condiciones de la creación y la creación
efectiva no se confunden y aunque ellas estén siempre en las líneas de fuga,
eso no implica que podamos verlas o reconocerlas. La potencia de la multitud
esta muy a menudo, “separada de lo que ella puede”. Siempre así, el desacuerdo
sobre el esquema de actualización. En resumen el entusiasmo desencantado de
Negri –según sus propios términos- es muy diferente del pesimismo alegre de
Deleuze.
[1] Gilles Deleuze, Imagen-tiempo,
Paidós
Editorial, Argentina, 1987.
[2] Gilles Deleuze “Posdata sobre
las sociedades de control”, Christian Ferrer (Comp.) El lenguaje literario,
Tº 2, Ed. Nordan, Montevideo, 1991.
[3]Gilles Deleuze, Mil mesetas,
Pre-textos, España, 2002.
[4] Gilles Deleuze, Diferencia y
repetición, Editorial Amorrortu, Bs aires, 2002.
[5] Para una exposición detallada de los principales conceptos en la obra
de Deleuze puede consultarse: Zourabichvili Francois, Deleuze, Una filosofía del acontecimiento, Ed. Amorrortu,
Bs Aires, 2004. Y del mismo autor “Vocabulario Deleuze, Editorial Atuel, Bs Aires, 2007. Además en
ingles el muy completo “The Deleuze
dicctionary”, Adrian Parr(Ed), Edinburgh University Press, 2005.
[6] Gilles Deleuze, Lógica del
sentido, Editorial Arena, España, 2009.
[7] Michel Hardt- Antonio Negri, Empire, Harvard University Press,
Cambridge, Massachusstes, 2000.
[i] Entrevista
publicada en Multitudes, Revue artistique, politique, philosophique., «Les deux pensées de Deleuze et Negri,
Une richesse et une chance»,
Multitudes, N°9,2002, pp. 137-141.
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