XXY: EL SACRIFICIO*

He decido trazar un paralelo entre Alex el personaje al que se refiere la formula XXY y Herculine Barbin un hermafrodita del siglo XIX exhumado del anonimato por Michel Foucault de los archivos de la Biblioteca Nacional de Paris. Herculine vivió como mujer hasta los 20 años, cuando enamorada de una colega maestra llamada Sara decidió hacer publica su diferencia y someter la decisión de su determinación sexual al arbitrio de un Juez que dictaminó su masculinidad para así incluirla dentro del maniqueísmo significante de los géneros varón/mujer. A los 28 años en la pobreza y sin trabajo Herculine que entonces se llamaba Abel se suicido.

Me serviré de estos dos personajes para llevar a cabo un intento de pequeña genealogía de los conceptos principales de lo que llamare "el sacrifico de la vida en el culto a la imagen", la violencia destructora del paradigma para decirlo de otra manera. La idea es pasar por los intersticios sin afán totalizador, es hablar de las interrupciones de manera interrumpida, micro-política o ezquisoanalisis podríamos decirle a este dizque método, más semejante a una batalla en su ejecución que a un movimiento maquínico de aplicación.

Planteando esta primera cuestión metodología pasare al abordaje del asunto que ocupa mi atención en este trabajo: Digo entonces, que la historia del hombre es la historia de una ilusión asesina y que los ejemplos de Herculine y Alex son reales en la medida en que son eso que no queremos ver como posible, lo que se define fuera de los márgenes de lo pensable, fuera de esa historia que apunta a la realización de un fin moral superior, mas allá de la naturaleza y del sentido (inevitablemente ausente).

Podemos notarlo en cuanto que nuestro sorprendimiento evidencia los limites que nuestro pensamiento no puede transgredir. Esa evidencia de lo pensable, esa idea de lo real es nuestra cárcel, esa libertad nuestro encierro y en eso somos absolutamente Hegelianos. Es el miedo el que se convierte en eje de todo movimiento, “nuestra pasión siempre a sido el miedo”[1]. El miedo como decía, a la imposibilidad de someter al otro al calculo conciente, a la taxonomia de la mente, al acto mágico que nos llega ya desde el mito del Adan dador de nombres.

Empecemos; la condición de Alex es la de lo oculto, la de aquel que ha sido forzado a esconderse porque no podemos soportar su impresionante realidad, la de ese otro que hace temblar nuestros esquemas, la del que se resiste a ser congelado en una imagen, como en la toma que al inicio de la película muestra a Alex evitando ser fotografiada, dando para el encuadre una mano que se tapa el rostro y que dificulta así su reconocimiento, en un gesto que quizás resuma la condición de todo aquel que no quiere sacrificar la vida para recibir a cambio esa otra vida que es la de lo pensable, una vida legitimada en el asentimiento de los otros, en lo normal, en lo natural, en lo evidente que busca su confirmación en lo idéntico, en la efectuación de un discurso que se interroga y se contesta así mismo: ¿No es así? Claro que si.

Exigencia de legitimidad que alcanzo a Herculine para matarlo, que le dio la vida al convertirlo mediante una decisión legal en hombre, para arrancarle su singularidad, para quitarle esa otra vida que aquí llamo real, que esta mas allá de las definiciones de lo que es un hombre. Dejó de ser la diferencia radical que estaba fuera de esas violentas categorías de género que son varón y mujer para convertirse en el fantasma de un hombre, en la idea de ser un varón porque una sociedad miope así lo había reconocido.

Claro que esto que parece un reconocimiento, un regalo que la sociedad da a Herculine Abel es realmente una exigencia, una exigencia de definición, una violencia. Volviendo a Alex sin alejarnos de este punto nos encontramos con el mismo prurito que fuerza a tomar una decisión, la de ser mujer o varón, expectativa social por la definición, el espectáculo que te obliga a dejar tu especificidad para convertirte en varón o mujer, creyente o ateo, abogado o arquitecto.

Exigencia que se transmite a través de la familia, la educación, en la calle, en la escuela, que es ejercitada en esa facultad de la razón llamada juicio y que el cristianismo nos enseño a dominar casi perfectamente, facultad que algunos han convertido en la facultad reinante para poder así obligar a todos a someterse a los parámetros de lo que es aceptable o pensable, ¿será por eso que cuando conocemos a alguien lo primero que nos pregunta es: ¿y que haces? ¿Trabajas o estudias? Y si trabajas ¿eres contador, economista, psicólogo, etc? Y cuando hemos sido definidos por el pensamiento, por la idea, cuando coincidimos con ciertas categorías nos convertimos en un realidad mas fácil de tratar, claro que a costa de perder la vida misma, nos volvemos como una foto, sin alma. Alex lo sabe y cuando conversa con Alvaro después de preguntarle si le gustan sus papás, le dice: “a mi los míos me dan lastima, están siempre esperando”

Esta espera que es la de la idea, la de la moral, la de las exigencias sociales que Schopenhauer acertadamente llamo “infierno” es un peso muy duro de soportar. ¿Será por eso que Nietzsche se refiriere a los modernos sublimes, a esos bien adaptados, como a burros o camellos? Que llevan sobre su espalda los pesados fardos de la moral, los que resisten un peso. ¿No son acaso esas las consignas de los hombres modernos, constante adaptación a los rápidos cambios del capitalismo tardío? ¿No lo han sido ya por mucho tiempo? Ah, pero cuanto pesa esa mirada! La madre en una escena en la que muestra a sus invitados el lugar donde procreo a Alex confiesa que: “tenia miedo de que alguien los viese, todo el tiempo pensaba en eso. Es ridículo” se responde, “¿que?” le pregunta su interlocutora, “estar tan preocupada por la mirada de los demás, todo el tiempo te preguntan ¿es varón o mujer?” De verdad cuanta falta hace abandonar esa carga.

Es en nombre de esta carga que se llevan a cabo terribles crímenes, justamente la realidad misma es sacrificada y en su lugar se nos ha dejado un cadáver, su idea, su fotografía. Y nos repetimos constantemente que no hay más que eso. Son estas nuestras más grandes evidencias. Pero no debemos pensar que esta idea es algo que se mantiene en el mundo de lo ideal sin afectar nada, es violencia simbólica que transforma la vida, los cuerpos, que ya tiene muchas victimas: los anormales, los marginados, y no nos olvidemos que marginados son también las mujeres, los consumidores de drogas, las prostitutas, que lo han sido las razas distintas , los que no soportamos, los que queremos esconder o encerrar porque trastornan la idea que tenemos de nosotros mismos, del bien, del mal, del correcto sentido. Herculine escribe en sus memorias para referirse a ese sacrificio que ya veía próximo, a esa afirmación de la realidad ideal que es pura negatividad:

“Cuando llegue ese día, algunos médicos, harán un poco de ruido alrededor de mis despojos: destrozarán todos los resortes extinguidos, traerán nuevas luces, analizarán todos los misteriosos sufrimientos agolpados en un solo ser. ¡Oh, príncipes de la ciencia, químicos preclaros, cuyos nombres resuenan en el mundo, analizad pues, si es posible todos los dolores que me han abrasado, que han devorado este corazón hasta sus últimas fibras; todas esas lágrimas ardientes que lo han ahogado, que lo han sofocado bajo opresiones salvajes!”

Siguiendo el paralelo que nos habíamos propuesto, en la película Alvaro describe a su padre el medico diciendo: “que el no rebana cuerpos, los arregla (...) mi papá hace tetas y narices por plata pero lo que en realidad le gusta es otra cosa, las deformidades, personas que nacen con seis dedos” confirmando para nosotros en este dialogo, algo que muestra bajo un profundo desgarramiento Herculine: la intervención reguladora que fuerza los cuerpos, que sacrifica lo real. Que se ve también en los testimonios de ese otro personaje no significable que se entrevista con Kraken el padre de Alex, mis primeros recuerdos dice: “ fueron las inspecciones medicas, yo creía que había nacido tan horrible, me habían tenido que operar cinco veces antes de cumplir un año, a eso le llaman normalización, esas no son operaciones son castraciones”

Ya estamos cerca del final de la película y es aquí donde nuestro personaje ficticio se separa de nuestro personaje "real", Alex es respetado en su decisión, por lo menos por sus padres, mas importante aun, se respeta ella misma en su diferencia cuando deja de pensar en que los otros se enteren, en lo que los otros piensan y entonces se libera del fardo que llevan los burros, es casi un final feliz, el vive aun. En cambio Herculine Abel se suicida al no poder mas con la farsa que le ha cerrado los caminos, que la ha convertido en un monstruo, el se pregunta en sus memorias: “¿Qué extraña ceguera me llevó a mantener este papel absurdo hasta el final? Sería incapaz de explicarlo.”

La escritora mexicana Ana Clavel escribe acertadamente refiriéndose a la profunda religiosidad de Herculine que: "ella cifró sus esperanzas según el esquema de una piedad cristiana que como ideal distaba mucho del acontecer real -olvidando, por ejemplo, que en el monte Calvario Cristo ofreció a uno de los forajidos con quienes fue crucificado, un reino que no era de este mundo” Herculine fue sacrificado al Dios del sentido, de la verdad humana , de esa promesa que es todo aquello que no es de este mundo, la que repiten los que desprecian la tierra.

Al regresar al film encontramos que la verdadera tragedia no es la de Alex sino la de Alvaro que tiene que guardar en secreto su diferencia para recibir la aceptación de su padre el medico. Tragedia porque el esta sometido a un destino que difícilmente podrá cambiar, porque tendrá que callar su secreto para vivir esa vida que le ha sido prometida entre los normales, dentro de lo pensable, para no devenir un monstruo.

Para salvarse de este sacrificio tendría que morir primero, morir de ser una idea, de ser un varón, de ser un hombre, desensamblarse para volver a nacer, tremenda tarea, ¡cuanta fuerza es necesaria! Luego haría falta mucha entereza para vivir descentrado, sin caer en la trampa nuevamente, como pasa por ejemplo con las exigencias de los grupos “homosexuales” -y uso esta palabra entre comillas porque no pienso que constituyan una identidad- que buscan el reconocimiento en el matrimonio para así poder ser legitimados, aceptando que su diferencia, que su singularidad sólo puede ser validada desde afuera por una ley -positivismo ingenuo éste- permitiendo entonces que otros sean marginados hasta que su diferencia sea nuevamente validada, los nuevos sujetos no aptos para la legitimación, los siempre transgresores del orden natural-juridico que buscaran la oportunidad de existir, chance que únicamente les permite la magia de la normalización.

Claro esta que la leyes no hacen poco por marginar estas singularidades e infundir en ellos este prurito de sentido, esta necesidad, por ejemplo el codigo civil peruano en su articulo 234 dice: “ el matrimonio es la unión civil concertada por un varón y una mujer legalmente aptos para ella” mas aun las uniones homosexuales según opinión de algunos juristas constituyen un inexistente jurídico, cosa que no quita realidad a la determinación homosexual pero que si la margina de las posibilidades que tienen los bien adaptados a la norma en la vida social.

Estos sujetos (cabe recordar que en frances sujet denota tambien subdito) buscan a pesar de todo remitirse a roles que mas o menos los definan dentro de lo posible porque no pueden evitar compararse, es la sensación de siempre estar vigilado. Ya lo dije: ¡como pesa ese fardo! Es así que forman familias “tipo” como la que buscaba el interlocutor de Kraken en la película, se definen dentro de trayectorias que eran las de la mujer en la familia convencional, sin reparar en que ellos no son mujeres ni lo serán, la escritora Monique Witting decía que "nadie nace mujer” podemos agregar que “nadie nace hombre”; pero bueno, meditar sobre esto aquí implicaría más tiempo del que ustedes y yo podemos permitirnos ahora.

Es entonces la realidad lo que queremos ocultar, encerrar, negar con nuestras leyes, con nuestros modos de justificar el miedo, con nuestra auto-domesticación. Son Herculine Adelaide, Alex, lo que esta tras el siempre ambiguo termino de intersexualidad, transexualidad, etc, la que esta ahí para recordarnos con una gran carcajada de profunda ingenuidad que nosotros somos un mucho mas-allá que esa idea llamada, hombre, mujer, humanidad.



[1] Tomas Hobbes citado por Roland Barthes en El placer del texto, Ed. Siglo XX, Argentina, 2000.
*Una primera version de este texto fue presentada en el Cine-club Lumiere del Colegio de Abogados de Arequipa el 30 de Abril del 2008 como parte de los comentarios invitados a la proyección.

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