2046: EL AMOR… UN SECRETO*


Si fuera posible resumir en una sola frase lo que Wong Kar wai dice sobre el amor en 2046, si fuera posible hablar sin decir palabras, narrar sin romper el silencio que guarda lo que él se esmera por no violentar con inadecuadas reducciones, diría aun sin animo de desilusionar que: el amor es un enigma y de él muy poco tenemos que decir sinceramente.
Pero primero, hay que tener en claro que no todos los enigmas se resuelven. Aunque muchos crean que el signo monstruoso de lo desconocido es una incitación necesaria al desciframiento y otros afirmen tener ya alcanzadas las respuestas, el decir sobre el amor siempre se ha quedado corto frente al acontecimiento mismo, situación que el director conoce lo suficiente como para no caer en la actitud prepotente que dice de forma concluyente: el amor es tal o cual cosa, insertando por ejemplo, como hacen algunos realizadores, en una muy recurrente escena final, un plano que muestra la típica pareja heterosexual, abrazada después de hacerse la promesa de matrimonio, seguida de un acercamiento que culmina en un primer plano de sus rostros sonrientes insinuando obscenamente: ¡he aquí el amor!
Con una profunda consciencia de los límites de su propia perspectiva Wong Kar wai ha tenido mucho cuidado en no decir más de lo que fundadamente podría decirse sobre este asunto, el señor Chow a la manera del burlador de Sevilla no busca un amor ideal, no intenta realizar un arquetipo, ama simplemente y en ese acto afirmativo se ha cuidado de referirse a una situación tan singular como si se tratara en todos los casos de una misma cosa. Él sabe que amar no es un actuar excluyente, que no es posible reducir la especificidad de cada relación, sea el sujeto que fuere, a un único modo de ver las cosas, de amar para ser más claro. Una persona obsesionada con un único objeto amoroso, con una sola forma de ver el asunto, esta realmente secuestrada del mundo. Ha olvidado que “no hay amor más generoso que el que se sabe al mismo tiempo pasajero y singular”1.
Esta historia o historias de amor se implican mutuamente en el universo ficcional que nos es puesto delante, pero a la vez por un enigmático motivo el plegamiento que las in-diferencia completamente, que impide tomar una distancia absoluta, nos implica también a nosotros, al infinito, quizás debamos entonces preguntarnos, de una manera muy Borgeana ¿Si no es acaso que toda cosa esta perdida en un infatigable juego de espejos?
Es por estar confundido en un inagotable universo que el amor no puede ser dicho más que con silencio, nos oculta no guardar otra cosa que un gran vacio de sentido, tener muchos secretos y no tener ninguno que les sirva a todos. Wong kar Wai ha mencionado en otro momento, que: “de alguna manera el amor es un secreto que comparten dos personas”2. Nos queda ahora empezar a guardar silencio.


1] Albert Camus, El mito de Sísifo (Ensayo sobre lo absurdo) Ed. Macagno, Landa y Cia. Buenos Aires, 1967
[2] Entrevista publicada en http://www.decine21.com/
*Una primera version de este texto fue presentada en el Cine-club Lumiere del Colegio de Abogados de Arequipa el 2 de Mayo del 2008 como parte de los comentarios invitados a la proyección.

Comentarios

  1. Si me permites Japhet,
    El amor es la delicadeza y la lozanía de la existencia, mientras que la fuerza y la dureza son los satélites de la muerte, estas dos formas son la obsesión por un único objeto amoroso.
    saludos
    Jenny Geldres

    ResponderEliminar
  2. No es seguro que sea posible reducir un acontecimiento como esto a lo que con dificultades intentamos definir bajo el nombre amor, a un juego de oposiciones que obsesionaria la existencia humana y que se reduciria a pares dialecticos como vida-muerte, delicadeza-dureza. Creo que el delirio irrumpe en la produccion deseante, inconsciente productor, impidiendo someter las singularidades y los acontecimientos a las triangulaciones dialecticas del psicoanalisis o al maniqueismo del pensamiento autoritario clasico.Es mas, la produccion de nuestras catexis de interes o interes aparente son el indice de un delirio cosmico, con razas,con epocas diria Deleuze, un delirio rizomatico a la manera como crece el pasto o ciertos tuberculos: raices subterranes que se entrecruzan y dirigen a todas partes. Nuestras elecciones amorosas son el indice de estos delirios cosmico-historicos. Es en este sentido que Nietzsche afirma ser todos los nombres de la historia.

    Entonces el amor, no es solo huida de la muerte o admiracion por la belleza jovial, es delirio complejo, que se produce atravesado por fuerzas que impiden previsibilidad sobre su movimiento; Nuestros amores son en esa medida eticos y tambien politicos, indices a su vez de una locura productora que amenaza constantemente con hacernos caer en el avismo de lo disparatado, de lo insensato.

    Aun asi no niego la inevitable presencia de la muerte, entendida esta como la constante tendencia a la inorganicidad como caracter necesario para la efectuacion del devenir, del movimiento, un cuerpo inorganico que se resiste a congelarse. Solo a ese nivel podria entender la muerte como una obsecion profundamente inconsciente, libinal. Abrazos. Japhet
    (Tildes omitidas)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario